Cuadernos Médicos Sociales 2018; Vol 58 N°3 | Page 11

ORIGINALES: Historia de la Participación Social en Salud modelo como un régimen democrático participa- tivo en salud, el que tenía tres pilares básicos que convendría hasta hoy considerar al hablar de par- ticipación en salud: 1. Una comunidad organizada quien es la que se apropia de su cuerpo como una entidad propia y sujeta a una política social comunitaria. En tor- no este pilar fundamental, se levantan una serie de conversaciones y de prácticas en el seno de la comunidad organizada, generando relaciones ho- rizontales, desde la base, en función de la misión del cuidado de su salud. Esta es la experiencia histórica en el mundo occidental y que en Chile duró 70, 80 años. Hace poco tuve la sorpresa de encontrarme con que todavía están vivas algunas de estas sociedades; todavía existe, por ejemplo, la Sociedad Protección de la Mujer. Es así como la sociedad obrera es la que asume el cuidado espiritual-corporal de su miembro en- fermo. El concepto de cuidado aquí contempla mucho más que un tratamiento; es un concepto más integral y transformador. Es la asociación la que asume el cuidado espiritual y corporal del en- fermo como primer pilar del sistema. 2. El segundo pilar es la existencia de una caja so- cial de previsión como pionero sistema de previsión social histórico. Es muy importante que una co- munidad genere sus propios recursos. Aunque no sean muchos; la asociación se empodera de ello, lo que le otorga poder de decisión: cómo adminis- trarlo, cómo invertirlo. Con esa caja ellos pagaban los médicos que contrataban, los medicamentos y las hospitalizaciones. Es interesante considerar que este ahorro era obligatorio en cuanto se pertenecía a la sociedad, formaba parte de la esencia de su membresía y, por ende, era una obligación parti- cular. (hoy día, en materia de previsión social, es la cuestión de la obligatoriedad general el gran nudo de la cuestión, habiéndose transformado esta exi- gencia en el gran botín del neoliberalismo. El pro- blema hoy no es sólo el sistema de previsión, sino básicamente la obligatoriedad legal de pertenecer a uno de ellos, la AFP, transformado en sistema universal. Si apuntamos a la obligación, se toca el sistema automáticamente). 3. En tercer lugar, esta salud social comunitaria y familiar trabaja sobre un pilar fundamental que es la visitación: la visita a la casa de los enfermos por parte de los propios miembros de la socie- dad. Distribuido el territorio que abarca la socie- dad, la visita genera el diagnostico y el cuidado social, como expresión de una política de salud más integral. Lo podríamos identificar hoy como un servicio social popular en terreno. Esa visita es clave, sin eso no hay salud comunitaria. La visi- tación genera pertenencia, seguridad, sentimiento de protección, sentido de sociedad e integración. En otros trabajos he planteado la hipótesis de que la política de salud no es solo una política de salud, sino que dicha política es también una vía para construir un modelo de sociedad determinado. A menudo se piensa en términos de política de salud como una política muy específica; no, a través de ella se construye un “modelo de salud” como una parte muy constitutiva de un determinado “mo- delo de sociedad”. Justamente, por ejemplo, los artesanos se resistieron al modelo de salud cari- tativo porque a través de él se construía también un orden dicotómico en la sociedad, basado en una vertical desigualdad. Pues el modelo de orden social no solo se construye a través de las relacio- nes sociales de producción, sino que dicho orden se modela muy significativamente a través de su inscripción en los cuerpos, como diría Foucault. Cuando te dicen “Ud. no tiene derecho a exigir calidad en salud”, te están otorgando un rango so- cial determinado, al paso que se está construyen- do una sociedad basada en esa dicotomía negativa discursiva y práctica. Cuando nos preguntamos qué tipo de sociedad estaban construyendo estos artesanos, obreros, obreras, que durante 70 u 80 años se apropiaron de sus espíritus o sus cuerpos, ellos estaban claramente construyendo un mode- lo de sociedad basada en el principio de la igual- dad humana. Hoy se habla más bien de “equidad”, de “igualdad de oportunidades”: nuevas nomen- claturas para velar la idea de igualdad y llevar el concepto a la economía, soslayando su carácter ontológico. Lo que buscaban esos artesanos y obreros (paradigma y encarnación real y simbó- lica de un proyecto social y político de larga data en Chile) era una sociedad sustentada sobre un principio de igualdad en términos de condición humana; por ello la primera sociedad se llamó “Sociedad de la Igualdad”. Claro que, obviamente, un ideario de sociedad que busca modelarse en general, no puede per- manecer encapsulada en pequeños grupos. La igualdad que las sociedades habían construído adentro, tendría que proyectarse en el afuera so- cial. Entonces surgió la inquietud de estos poetas populares por la “verdadera democracia” como el gran tema y tarea política al despuntar el siglo XX. De hecho, todas las asociaciones del movimiento obrero de los años 20 siglo XX, plantearon pro- yectos políticos que tenían como pilar el concepto de igualdad, de justicia. La respuesta institucional de ese tiempo 9 Cuad Méd Soc (Chile) 2018, 58 (3): 7-13