Cuadernos Médicos Sociales 2018; Vol 58 N°2 | Page 47

ORIGINALES : Atención de Salud y Género inapropiadas o peyorativas . Por ejemplo , el uso de adjetivos calificativos negativos , como “ marica ” o “ marimacho ” o el mal uso de terminología , como llamar “ travesti ” a un hombre de orientación homosexual con características asociadas al género femenino ( 13 ). En algunos casos , incluso pudieran negar la atención , cualquiera sea la razón , por ejemplo , temor al contacto con la sangre del paciente en toma de muestra o cirugía ; o violencia en distintos grados , por ejemplo , al sugerir fuertemente la conversión a una orientación heterosexual . De hecho , existen psicólogos , psiquiatras y personas relacionadas con la iglesia y religión , entre otros , que realizan este tipo de tratamiento con fines curativos o correctivos , patologizando la identidad de género o la orientación sexual no heterosexual , al cual muchos jóvenes LGB acuden por obligación familiar o incluso por iniciativa propia , para poder sentirse aceptados por sus seres queridos y encajar en la sociedad de hoy en día . Esto constituye las denominadas “ terapias de conversión o reorientación sexual ” ( 15 ).
Dentro de las barreras más específicas encontramos las mencionadas a continuación , descritas en su mayoría por Mejía et al ( 13 ) y en la “ Guía de orientaciones y recomendaciones para la atención de adolescentes y jóvenes gays , lesbianas y bisexuales en el nivel primario de salud ” del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente ( CEMERA ) ( 16 ).
Para hombres gay , es una barrera la estigmatización asociada a la feminización y portación de VIH / SIDA . Se orienta y limita la atención de salud a prevención o detección de VIH e infecciones de transmisión sexual , tomándolo como elemento central y característica inherente a la homosexualidad masculina . Todo esto deriva en una inapropiada oferta de servicios ( 13 , 16 ).
Para mujeres lesbianas , una de las principales barreras es la orientación de la consulta ginecológica a fines netamente reproductivos , más que a una lograr una salud sexual óptima . Además , hay menor número de consultas porque ellas no requieren anticonceptivos ni atención prenatal con la misma frecuencia que las mujeres heterosexuales ; por ende , se realizan menos exámenes ginecológicos de rutina ( examen físico , PAP , mamografía ), lo que puede derivar en mayor incidencia de cáncer de mama o cervicouterino . Existe un desconocimiento generalizado de la transmisión de infecciones por vía sexual en relaciones sexuales lésbicas , y sus métodos de prevención ( 13 , 16 ).
Para personas bisexuales es complejo el hecho de su invisibilidad social y política , y el pensamiento colectivo que es una orientación “ de transición ” o intermedia , puesto que no es completamente hetero- ni completamente homosexual , lo cual pudiera considerarse como indecisión o confusión , instando a que ellos mismos tengan que elegir uno de los dos extremos , dejando de lado el aspecto dinámico de la sexualidad ( 13 , 16 ).
Finalmente , existen barreras propias de los servicios que , en cierta medida , son aplicables no solo a la población LGB , si no , en muchas otras situaciones . Estas barreras son de índole logística e incluyen , por ejemplo : demoras en la atención , dificultad en toma de horas , factores económicos , tiempo de espera prolongado , carencia de sistema de salud en extranjeros , y falta confidencialidad . Esta última debiere resguardarse en todas las prácticas al interior del establecimiento de salud , evitando comentarios inadecuados en espacios comunitarios , generando temor a la exposición y estigmatización ( 16 ). Por último , es preciso señalar que estas barreras se acentúan al contrastar el sistema de salud público con el privado ( 17 ).
¿ ESTÁN CAPACITADOS LOS / LAS PROFESIONALES DE SALUD PARA ATENCIÓN DE POBLACIÓN LGB ?
En nuestra cultura , existe aún un modelo patriarcal de enseñanza en ámbitos de salud con una visión heterosexista predominante ( 14 , 16 ). Esto , en gran parte debido a que la visibilización y la relativa despatologización del estatus de la comunidad LGB ha sido más bien reciente . El inculcar o incorporar paradigmas nuevos , distintos , es siempre difícil y requiere planificación y tiempo para desarrollar estrategias que permitan acoger las ideologías LGB y validarlas como parte del conocimiento básico exigido en el ámbito de la sexualidad , educación sexual y sociocultural . Y esto incluso puede extrapolarse a educación escolar o valores familiares .
Englobando el contexto político , las posturas de los profesionales pudiesen estar influidas también muchas veces por éste , adoptando posiciones variables , políticamente correctas o socialmente aceptadas , como parte de su arsenal de conocimiento personal , las cuales muchas veces son discriminatorias o faltas de conocimiento empírico y son utilizadas sin cuestionamiento alguno , pues son internalizadas y parte del pensamiento colectivo que obedece a este contexto ( 14 ).
La generalización está también presente . Un ejemplo de ello es la tendencia a incluir a las personas del sector LGB dentro de grupos marginados
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Cuad Méd Soc ( Chile ) 2018 , 58 ( 2 ): 43-47