La población LGBT (lesbianas, gays, bisexuales
y transexuales), cuya calidad de minoría última-
mente es controversial gracias a su visibilización,
ha sufrido discriminación a raíz de su orientación
sexual y/o identidad de género a lo largo de las
últimas décadas. Esta discriminación también ha
estado presente en el acceso a servicios de salud.
Existen diversas organizaciones anti-discrimi-
nación para proteger y seguir visibilizando a dicha
población en nuestro país (2). No obstante, hay
muchos ámbitos que quedan fuera del objetivo o
del alcance directo de estas organizaciones o agru-
paciones, a pesar de que algunas pudieran tener
mayor influencia o impacto en ellos; y la atención
de salud, es un ejemplo de ello. Cabe destacar que,
para fines de este estudio el foco de las barreras de
salud estará en población LGB.
orientación sexual, puesto que la consulta médica
no es el mejor lugar para dar a conocer su orienta-
ción a la familia (7).
Además de la asunción de la heterosexualidad,
se dejan de lado problemas que a priori parecie-
ran ser de pe rsonas heterosexuales, como lo son
temas de índole legal, reproducción asistida y
adopción (y lo que éstas conllevan: paternidad,
maternidad) y violencia de pareja; esta última
siendo incluso igual o más frecuente que en pare-
jas heterosexuales en estudios internacionales (8,
9). En este contexto, estudios demuestran que la
adherencia a tratamientos y el nivel de satisfac-
ción es mayor en pacientes que son atendidos por
profesionales que no asumen la heterosexualidad
como única sexualidad y se muestran cómodos al
trabajar con población LGB (10).
Otra barrera individual surge en las dificultades
que los/las profesionales de salud pueden tener al
hacer un acercamiento respetuoso en adolescen-
tes que aún no hacen una aceptación de la propia
identidad sexual. No tener este proceso solucio-
nado puede traducirse en: autoestima baja, dificul-
tades para mantener relaciones, autoflagelación y
otras conductas de riesgo, que no son exploradas
a menos que se sospechen dentro del contexto de
la entrevista clínica (11). Esto puede llegar incluso
al grado del suicidio. Estudios muestran que en la
población LGBT los procesos relacionados con el
suicidio, tanto ideación como e intento, son más
prevalentes que en la población heterosexual (12).
Si no es preguntado, no se genera la instancia para
que estos problemas se verbalicen y tomen la im-
portancia que realmente tienen. Existe una escasa
confianza, debido al débil vínculo formado entre
profesional y paciente; la comunicación no es flui-
da y se pasa por alto información muchas veces
relevante en la historia clínica (10).
La actitud del/la profesional al sospechar o te-
ner la certeza de la homo o bisexualidad del pa-
ciente se percibe también como barrera. Dicha
actitud se sustenta en base de la propia visión,
prejuicios o ideas preconcebidas que posee acerca
de las orientaciones sexuales no mayoritarias; pu-
diendo adoptar una actitud distante, lejana e incó-
moda, llegando a la evitación del contacto físico, y
consecuentemente, traduciéndose en un examen
físico incompleto o inexistente. Un ejemplo de
ello sería evitar el examen genital o contacto fí-
sico en general por miedo al contagio de alguna
infección o simplemente repulsión (13, 14).
Los/las profesionales pueden utilizar expresio-
nes verbales o paraverbales que no son apropiadas
o que son utilizadas de manera errónea, incluso
¿QUÉ BARRERAS DE ACCESO A SALUD
TIENE HOY EN DÍA LA POBLACIÓN
LGB?
En nuestra sociedad actual, en los estableci-
mientos de salud se cometen en ocasiones errores
u omisiones de importancia variable (incluso vio-
lencia física o emocional) con repercusiones que
pueden llegar a ser incluso fatales, en lo que res-
pecta a atención de población LGB (6). Puede ser
por parte de cualquier persona que integre el esta-
blecimiento de salud, sea o no profesional, y cuyo
rol sea no necesariamente clínico, refiérase admi-
nistrativo, gestión u otros. A pesar de ello, este es-
tudio se centra principalmente en las dificultades
que se presentan en una entrevista clínica, donde
se debe indagar acerca de los antecedentes del pa-
ciente con fines determinados. Esta atención es
generalmente otorgada por profesionales (médi-
cos/médicas, enfermeros/enfermeras, matrones/
matronas, entre otros).
De este modo, una barrera transversal de acce-
so al sistema de salud es la discriminación en sí
misma, en sus diversas formas, relacionada con
los aspectos socioculturales heteronormativos
propios de la sociedad actual. Esto se evidencia
principalmente a la hora de revelar o no la orien-
tación sexual y/o identidad de género en una pri-
mera consulta, en lo que concierne a la atención
pública. El/la profesional de salud muchas veces
no pregunta al respecto, ya sea por haber asumi-
do que toda persona consultante es heterosexual,
por no encontrarlo relevante o por no querer
abordar el tema. Para adolescentes LGB es más
complejo si van acompañados de algún familiar,
ya sea madre, padre u otro, y ellos desconocen su
Catalán M.
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