Cuadernos Médicos Sociales 2018; Vol 58 N°2 | Page 35

ORIGINALES: Atención de Salud y Género de un momento a otro pareciera ser que nos di- mos cuenta que estaban siendo vulnerados, incluso en un momento tan sagrado como el nacimiento humano. Ya en 1985 la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertaba sobre la excesiva medicalización del nacimiento, y el impacto negativo que ésta podía traer al proceso de gestación, parto y lac- tancia (6). Sin embargo fue recién en 2014 que la OMS reconoce mediante una publicación, que “En todo el mundo, muchas mujeres sufren un trato irrespetuoso y ofensivo durante el parto en centros de salud, que no solo viola los derechos de las mujeres a una atención respetuosa, sino que también amenaza sus derechos a la vida, la salud, la integridad física y la no discriminación”, y no sólo eso sino que reclaman “Un accionar más enérgico, diálogo, investigación y apoyo en relación con este importante problema de salud pública y de derechos humanos” (7). Y este 2018 la OMS, nuevamente en una guía de recomenda- ciones, ha planteado los cuidados que debiese re- cibir una mujer para lograr una experiencia posi- tiva del parto, y esto incluye no sólo técnicas sino que también habilidades blandas, infraestructuras adecuadas, y profesionales que se comuniquen oportuna y efectivamente con las mujeres, y que promuevan la autonomía y toma de decisiones durante su trabajo de parto y parto (8). En el caso de Chile, el Instituto Nacional de Derechos Humanos, dedicó en su séptimo infor- me anual, presentado en diciembre de 2016, un capítulo completo sobre la violencia obstétrica y los derechos humanos (9). Esta violencia corres- ponde a una forma de violencia de género, sis- témica e institucional, que viola derechos huma- nos fundamentales de las mujeres en uno de los momentos biológicos más vulnerables de su vida. La ley que Venezuela promulgó en 2007, primer país en legislar sobre el tema, define a este tipo de violencia como: “La apropiación del cuerpo y procesos reproductivos de las mujeres por el per- sonal de salud, que se expresa en un trato jerár- quico deshumanizador, trayendo consigo pérdida de autonomía y capacidad de decidir libremente sobre sus cuerpos y sexualidad” (10). Respecto de la lactancia materna, en noviem- bre de 2016, un grupo de expertos de la ONU señaló que debería considerarse un derecho hu- mano. Los expertos señalaron que los gobiernos deben detener la comercialización “engañosa, agresiva e inapropiada” de sustitutos de la leche materna que realiza la industria a nivel global. Plantearon, además, que la falta de información de los trabajadores de la salud, las tradiciones cul- turales y familiares y la estigmatización que sufren las mujeres que amamantan en lugares públicos y en el lugar de trabajo, obstaculizan el avance de la lactancia materna. Finalmente instaron a los es- tados a promover y proteger la lactancia mater- na (11). Varias décadas antes, el 21 de mayo de 1981, la Asamblea Mundial de la Salud adoptó el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna con el fin de promover una nutrición adecuada y segura para los lactantes, mediante la protección y promoción de la lactancia y asegurando el uso adecuado de los sucedáneos para la leche materna, cuando es- tos sean necesarios (12). METODOLOGÍA Para el desarrollo de este artículo, se han revisa- do inicialmente las recomendaciones de agencias internacionales en torno a estas temáticas, luego se ha revisado su correlato en recomendaciones nacionales entregadas por organismos del estado, y el cumplimiento de estas por medio de investi- gaciones locales. Así mismo, se ha revisado el trabajo legislativo local de la última década en torno a los derechos en salud, y específicamente se han revisado leyes que busquen garantizar y promover derechos du- rante la gestación, parto y lactancia. Para darle un sustento a todo lo anterior, se ha hecho una revisión sobre el contexto epidemioló- gico de la maternidad en Chile. RESULTADOS La tasa de fecundidad en Chile ha caído siste- máticamente en los últimos 25 años, si bien en 1990 era de 2,6 hijos por mujer, las cifras que nos entregó el CENSO de 2017 revelan que la tasa de fecundidad actual del país es de 1,3 hijos por mujer (13), muy por debajo del 2,1 necesario para lograr un recambio generacional. De hecho, y de acuer- do a un estudio del Centro de Políticas Públicas de la U. del Desarrollo, ya hace una década un 57% de quienes tenían un hijo habían decidido no tener otro. Por otra parte, el Estudio Bicentenario Adimark-UC que se realizó en 2009, reveló que en todos los rangos etarios las mujeres señalaron que el número de hijos que tienen es menor al nú- mero de hijos que quieren o que hubieran querido tener. Otro dato importante de ese estudio es que sólo un 29% de los encuestados cree que Chile apoya a las