ORIGINALES:
Atención de Salud y Género
de un momento a otro pareciera ser que nos di-
mos cuenta que estaban siendo vulnerados, incluso
en un momento tan sagrado como el nacimiento
humano.
Ya en 1985 la Organización Mundial de la Salud
(OMS) alertaba sobre la excesiva medicalización
del nacimiento, y el impacto negativo que ésta
podía traer al proceso de gestación, parto y lac-
tancia (6). Sin embargo fue recién en 2014 que
la OMS reconoce mediante una publicación, que
“En todo el mundo, muchas mujeres sufren un
trato irrespetuoso y ofensivo durante el parto en
centros de salud, que no solo viola los derechos
de las mujeres a una atención respetuosa, sino
que también amenaza sus derechos a la vida, la
salud, la integridad física y la no discriminación”,
y no sólo eso sino que reclaman “Un accionar
más enérgico, diálogo, investigación y apoyo en
relación con este importante problema de salud
pública y de derechos humanos” (7). Y este 2018
la OMS, nuevamente en una guía de recomenda-
ciones, ha planteado los cuidados que debiese re-
cibir una mujer para lograr una experiencia posi-
tiva del parto, y esto incluye no sólo técnicas sino
que también habilidades blandas, infraestructuras
adecuadas, y profesionales que se comuniquen
oportuna y efectivamente con las mujeres, y que
promuevan la autonomía y toma de decisiones
durante su trabajo de parto y parto (8).
En el caso de Chile, el Instituto Nacional de
Derechos Humanos, dedicó en su séptimo infor-
me anual, presentado en diciembre de 2016, un
capítulo completo sobre la violencia obstétrica y
los derechos humanos (9). Esta violencia corres-
ponde a una forma de violencia de género, sis-
témica e institucional, que viola derechos huma-
nos fundamentales de las mujeres en uno de los
momentos biológicos más vulnerables de su vida.
La ley que Venezuela promulgó en 2007, primer
país en legislar sobre el tema, define a este tipo
de violencia como: “La apropiación del cuerpo y
procesos reproductivos de las mujeres por el per-
sonal de salud, que se expresa en un trato jerár-
quico deshumanizador, trayendo consigo pérdida
de autonomía y capacidad de decidir libremente
sobre sus cuerpos y sexualidad” (10).
Respecto de la lactancia materna, en noviem-
bre de 2016, un grupo de expertos de la ONU
señaló que debería considerarse un derecho hu-
mano. Los expertos señalaron que los gobiernos
deben detener la comercialización “engañosa,
agresiva e inapropiada” de sustitutos de la leche
materna que realiza la industria a nivel global.
Plantearon, además, que la falta de información
de los trabajadores de la salud, las tradiciones cul-
turales y familiares y la estigmatización que sufren
las mujeres que amamantan en lugares públicos y
en el lugar de trabajo, obstaculizan el avance de la
lactancia materna. Finalmente instaron a los es-
tados a promover y proteger la lactancia mater-
na (11). Varias décadas antes, el 21 de mayo de
1981, la Asamblea Mundial de la Salud adoptó
el Código Internacional de Comercialización de
Sucedáneos de la Leche Materna con el fin de
promover una nutrición adecuada y segura para
los lactantes, mediante la protección y promoción
de la lactancia y asegurando el uso adecuado de
los sucedáneos para la leche materna, cuando es-
tos sean necesarios (12).
METODOLOGÍA
Para el desarrollo de este artículo, se han revisa-
do inicialmente las recomendaciones de agencias
internacionales en torno a estas temáticas, luego
se ha revisado su correlato en recomendaciones
nacionales entregadas por organismos del estado,
y el cumplimiento de estas por medio de investi-
gaciones locales.
Así mismo, se ha revisado el trabajo legislativo
local de la última década en torno a los derechos
en salud, y específicamente se han revisado leyes
que busquen garantizar y promover derechos du-
rante la gestación, parto y lactancia.
Para darle un sustento a todo lo anterior, se ha
hecho una revisión sobre el contexto epidemioló-
gico de la maternidad en Chile.
RESULTADOS
La tasa de fecundidad en Chile ha caído siste-
máticamente en los últimos 25 años, si bien en
1990 era de 2,6 hijos por mujer, las cifras que nos
entregó el CENSO de 2017 revelan que la tasa de
fecundidad actual del país es de 1,3 hijos por mujer
(13), muy por debajo del 2,1 necesario para lograr
un recambio generacional. De hecho, y de acuer-
do a un estudio del Centro de Políticas Públicas
de la U. del Desarrollo, ya hace una década un
57% de quienes tenían un hijo habían decidido no
tener otro. Por otra parte, el Estudio Bicentenario
Adimark-UC que se realizó en 2009, reveló que
en todos los rangos etarios las mujeres señalaron
que el número de hijos que tienen es menor al nú-
mero de hijos que quieren o que hubieran querido
tener. Otro dato importante de ese estudio es que
sólo un 29% de los encuestados cree que Chile
apoya a las