Cuadernos Médicos Sociales 2018; Vol 58 N°2 | Page 17

La segunda dimensión corresponde a la preeminencia de la condición biomédica de la salud , esta realidad no es casual , el conocimiento biomédico tiene un fuerte componente de género que se relaciona con la hegemonía de la masculinidad y el saber científico asociado a la razón y superioridad intelectual y moral de los hombres , estas creencias están enraizadas en la cultura occidental judeo-cristiana . Tradicionalmente , los cimientos de la brecha de género se apoyan en la exclusión de saberes femeninos asociados a lo humanista-cualitativo por ser altamente “ subjetivos ” emocionales , distantes de la razón lo que permite al orden establecido justificar la exclusión y subordinación de género . Reflexionar sobre las implicancias culturales de la ciencia biomédica , pone en tensión la formación clásica y todavía persistente en las escuelas y facultades formadoras de profesionales de la salud . La sugerencia es a sumar otros modelos de salud que incluyan el saber humanista y espiritual . Una propuesta de formación que integre lo biomédico y lo posicione a la par con los otros saberes de índole social y filosóficos . Una salud compleja para realidades complejas . Que requieren aceptar el componente de ciencia social inherente a las ciencias de la salud .
La tercera dimensión es pensar en la sociopolítica de las profesiones de la salud , ya que el orden establecido al interior del gremio de salud está fuertemente vinculado y definido por el sistema sexo-género , primero debemos destacar las diferencias de poder que detentan las profesiones de salud , cuyo reflejo en la sociedad es un desconocimiento de sus funciones y aportes . Sorprende que persista en las personas usuarias de los sistemas de salud , la casi exclusiva demanda de profesionales médicos para resolver todos sus problemas de salud . Esta situación da cuenta de la representación social de la salud que tienen las personas que está asociado al concepto biomédico . Junto con lo anterior , otra situación reflejo de la asimetría de género , se observa en la feminización de la medicina en relación al ingreso de mujeres , esto no va equiparado con una racionalidad simbólica de efectiva modernidad . Se produce un repliegue del poder en espacios restringidos a la masculinidad hegemónica de acceso limitado para las mujeres médicas .
Respecto a las otras profesiones de salud , la pertinencia del género es fácilmente observable . Así , el escalamiento de la masculinidad hegemónica en la reproducción del poder enclavado y determinado por los estereotipos culturales hacia los roles y estatus profesional sitúa en el polo más cercano al prestigio , poder y masculinidad al médico / facultativo y en los polos de menor ascendiente social y político a las otras profesiones , destacan en este polo , aquellas como enfermería y obstetricia asociadas a la feminidad tradicional donde la representación social de su quehacer es subordinado a la profesión médica , y su saber es invisibilizado cuando se piensa la salud y las políticas para afrontar los desafíos , por ejemplo , del cuidado . Entre ambos polos hay profesiones , como kinesiología , terapia ocupacional y otras , que ocupan lugares intermedios en la gradiente del saber-poder ( 16 ) y en el posicionamiento en el sistema sexo-género .
A MODO DE PROPUESTAS
ORIGINALES : Formación en Salud y Género
Abordar la desigualdad de género en la formación profesional implicaría , por tanto , la reflexión personal como personas generizadas , las profesiones marcadas por la asimetría de género y las realidades socioculturales como escenarios generizados de la salud . Avanzar a la igualdad de género repercutiría en el mejor uso de los recursos profesionales , de los saberes , el desarrollo de competencias de colaboración y trabajo en equipo , mejoraría las culturas organizacionales y el clima laboral en las organizaciones de salud y permitiría un abordaje complejo de la salud de las personas .
La implementación de la perspectiva de género en la formación profesional se encuentra con obstáculos referidos a la resistencia cultural del sistema sexo-género a nivel individual de estudiantes , académicos , académicas y la resistencia de las organizaciones de salud . Lo que requiere un cambio en la cultura organizacional a través de la implementación de la transversalidad de género . Esto exige un cambio de actitud respecto a la pertinencia de la temática creando espacios académicos y formativos de reflexión personal y para la práctica profesional . Y aunar criterios sobre el concepto de género .
A lo anterior se agrega el trabajo de reflexividad que deben hacer académicos y académicas respecto a su formación en género y al igual que los y las estudiantes analizar su propia condición génerica . Además , es indispensable la reflexión institucional de los planteles académicos para repensar el modelo de salud e fortalecer el paradigma cualitativo y social como componentes de indagación .
Finalmente , es preciso decir , que la formación de profesionales de la salud con perspectiva de género requiere de un trabajo constante en el tiempo
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Cuad Méd Soc ( Chile ) 2018 , 58 ( 2 ): 11-16