CRÍMENES POLACOS CONTRA ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA-EDICIÓN MEJORADA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS-2020 | Page 45

II La viuda Hedwig Radler y su hija Dorothea, nacida el 20 de junio de 1925 en Bromberg, describió uniformemente los acontecimientos que resumimos a continuación: El 3 de septiembre, en las primeras horas de la tarde pertenecían a la propiedad de Ridler, 5 soldados polacos que, bajo constantes amenazas a las personas de la familia, dieron búsqueda en toda la casa, prendiendo luego al menor Fritz Ridler, de 19 años de edad. Al oír, momentos después un tiro en la calle, el padre Artur Rider corrió hacia la calle donde encontro a poca distancia de su casa el hi j o ya muerto. Un oficial polaco obligó a su padre, dándole azotes y amenazas ma ndar fusilarlo, a abandonar el cadáver y retirarse a su residencia. En la mañana del día siguiente vinieron a buscar a Arthur Ridler, en su casa, para darle agua a los ca ba llos de los soldados de una bomba que se encuentra frente a su propiedad. Por las 8 horas poco tiempo después los mismos soldados, en la salida del pati o, pidieron beber, al que el hijo menor Heinz Radler, de 16 años, les traía un bote de leche. Apuntando hacia el cadáver del hermano que yacía cerca, se burlaron de él, provocando así observar que su hermano muerto había sido inocente. Inmediatamente, y como se esperaba esa observación los soldados comenzaron a molestar a Heinz Radler que buscó huir por el jardín que queda en el fondo, siendo entonces perseguido por todos los que estaban presentes: soldados civiles. En el jardín se dieron dos tiros, y, poco después, jugaron, en una sala contigua donde estaba la esposa de Radler y su hija enferma, una granada de mano que despedazó l a puerta de la habitación. De repente vio a Arthur Radler, que tenía que quedarse las órdenes de los soldados, a pesar de haber perseguido y muerto el hijo más joven. Pero no se puede informar de lo que había sucedido cuando lo llamaron con impaciencia. La mujer y la hija les pidieron a los soldados, todavía, que s e los apresase para asi poder salvar la vida del marido y del padre. Pero no habían llegado a la puerta cuando empezaron a disparar sobre él. Cayendo en el suelo, se debatió bajo grandes dolores, pidiendo que "dieran fin a sus sufrimientos". A esas palabras, los soldados y civiles aumentaron el uso de sus armas , gritando: "¡Dejen morir el perro!" Dando, así, a entender que era su deseo que él muriese como consecuencia de sus heridas. Algún tiempo después, un oficial polaco, montando a caballo, entró en el patio y escupir a los heridos, en presencia de la mujer, gritó: "Teraz broma Ci lepiej, hitlerowski Ty Bandyta" (1). La joven hija, bastante debilitada por su enfermedad, fue impedida de dar agua a su padre. Se pasaron, así, horas, durante las cuales los soldados no sólo continuaron sus escandalos y sus injurias, como aún cometi er on l a bajeza de apartar a la madre e hija del padre agonizante y las condujeron fuera de casa, obligándolas a declarar dónde se hallaban enterrados sus objetos de v alor. Rodeados por una multitud en que había también mujeres y niños, desenterraron aquellos objetos distribuidos a los alrededores, aunque a pocos metros de distancia. (1) la estas pasando mejor maldito ladron hitlerista!