CRÍMENES POLACOS CONTRA ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA-EDICIÓN MEJORADA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS-2020 | Page 37

La tarde, por las 3 o 4 horas, llegó a mi usina, y la usina Peterson, un grupo de ferroviarios y soldados, trayendo 18 alemanes, que fueron atados de a dos. Pude constatarlo exactamente de mi jardín. Después todos los 18 fueron muertos a tiros . En seguida le dieron golpes en los que yacía en el suelo. Se encontraban entre ellos un muchacho de 14 años y una mujer. Se notaba que el grupo estaba con prisa, pues todos desaparecieron justo atrás. Fui todavía a ver los cadáveres de cerca en el l uga r donde quedaron durante tres días. En la tarde del lunes, cuando ya se decía que los soldados polacos se habían retirado, dos soldados trajeron a un hombre y una mujer, ambos de avanzada edad. Nos pusieron junto a una pared de la usina, donde asistió que dejara en paz a los dos viejos que me parecían tener unos 65 años. Pero uno de los soldados me dio un culatazo, diciendo: "Que mueran esos dañados niemcys (alemanes)!". Nisiquiera me había levantado, cuando los pobres viejos ya habían muerto. Luego los soldados se alejaron corriendo. Fuente: WR I 7. "¡La gente debería matarlos a palos, y no a tiros!". Asesinato de Wildemann. Según las investigaciones exportadas en la sentencia, el testigo D. Wildmann depuso bajo. juramento: Varias horas habían revisado, en la mañana del 3 de septiembre, la casa de testigos Wldemann, en Bromberg, la calle Schwedenbergstrasse (Ugory, 5 6), sin conseguir armas. Por las tres de la tarde, apareció otra horda de unos treinta hombres, todos armados de garrotes y otras armas similares. Bajo el pretexto de alguien había tirado desde dentro de la casa, hicieron nueva inspección, oportunida d en que varios objetos pertenecientes a la pareja Wildemann fueron robados. En la casa no existían armas, ni nadie había disparado. El marido Wildemann había buscado refugio en la bodega, cuando vio acercarse a la horda. Siendo preguntada, donde se hallaba su marido, el testigo Frau Wildemann respondió que había ido a casa de conocidos en la calle Kujawierstrasse. Transportada a aquella casa y no siendo encontrado el marido, el testigo, s i endo confesó dónde se encontraba. Volcados a la propiedad del testigo, ar restaron al marido de la misma, llevándolo junto con la mujer hasta el jardín que está cerca de l a casa, siendo ambos maltratados. Ahi nos pusieron como si quisieran fusilarlos. Cuando la pareja se abrazó y comenzó a hacer su última oración, los circundant es s e burlaron de sus víctimas y se rieron de ellas. En ese medio se oía a cada instante: "¡La gente debería matarlos a palos, y no a tiros!" Entre aquellos que gritaban, se encontraba el peluquero Alfons Lewandowski. Cuando D. Wildemann se dirigió a él preguntando: "¿Qué y que le estoy deviendo, ¿qué y qué le hice mal?", Le ofendió con la frase "Puerca alemana, maldita partidaria de Hitler" y le dio con la mano en l a cara. A continuación, el marido fue conducido por los soldados que, en esa ocasión, se portaron con moderación. Algunos días después, lo encontraron muerto a golpes y