CRÍMENES POLACOS CONTRA ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA-EDICIÓN MEJORADA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS-2020 | Page 128

De Kolo seguimos, el 13 de septiembre de 1939, de la mañana, hacia Klodawa. De ahí, tuvimos que sufrir también baj o los ataques aéreos contra las tropas polaca s. La población y la soldadesca se volvía cada vez más furiosa. Fuimos, finalmente, internados, en una gran propiedad, además de Kutno. Ahi fuimos agredidos por soldados polacos, fuimos maltratados con látigos y obligados a hacer carreras. De Kutno seguimos hacia Lowitsch, donde alcanzamos el perímetro a las 6 de la mañana. Tuvimos que retroceder unos 7 kilómetros, debido a los furiosos ataques aéreos, y nos quedamos en un pequeño granero. Cuando, ahí, también arrojaron bombas, nos retiramos a otra aldea. En esa marcha, se fue dispersando a nuestra clase, porque los hombres estaban sin fuerzas para continuar. Me quedé atrás c on el molinero Schneider de Schmigel; la escolta desapareció. Nos quedamos solos y andamos vagando por los campos, temiendo constantemente ser atrapados como espías y fusilados. Volvemos, por eso, a la última aldea, donde pedimos a un policía polaco, información sobre el paradero de nuestra clase. Él no lo indicó, y nos fuimos caminando en su búsqueda. En el caso de los aviadores, no se trataba de una clase de bromberguenses, thornenses y gradenzenses, que acababa de llegar de Lowitsch, donde huyeron para escapar a los ataques de los aviadores. Entre los 800 pr es os , s e encontraban también mujeres y niños; una de las mujeres tenía un niño de seis semanas. Después de bajar media hora, llegó el policía a quien antes había encontrado, y uno de nuestros compañeros se dirigió a él. El Dr. Staemler se acercó al grupo y tr a tó de calmar al policía borracho. En esto, él dio unos pasos atrás, desencadenando, c on su carabina, un tiro que se disparo el pecho del medico bromberguense. El Dr. Staemler murió en el mismo instante; me encontraba a unos diez metros del lugar. El policía quiso continuar disparando, pero se dejó intimidar por los gritos de los compañeros, echandose, entonces, a correr a la aldea. Pocos minutos después, vimos venir subido por el camino de la aldea, que quedaba a nuestra derecha, un coche blindado, con ametralladoras. Contábamos con las peores consecuencias. El coche dio una vuelta por nuestro grupo, parado frente a nosotros. Nos gritamos, buscando refugio, otros levantaron las manos. Por lo tanto, comprobamos que se trataba de un coche alemán. Se acer c ó otro auto blindado para protegernos. Entonces, fuimos a través de los campos y de los caminos hacia Liwitsch. En el camino contamos la canción: "Una fortaleza s egur a en nuestro Dios ", y buscamos descubrir compañeros, porque estábamos convencidos que habían sido asesinados durante las úl timas horas. Vi, cerca de Lowitsch, los cadáveres de muchos internados. Después de dar una comida caliente, la Fuerza Armada tomó las medidas necesarias para ser transportados, vía Breslau, a nuestra tierra. Dictado en alta voz, aprobado y firmado ass. Georg Drescher