CRÍMENES POLACOS CONTRA ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA-EDICIÓN MEJORADA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS-2020 | Page 126
recorrida puede ser presupuestada en 320 kilómetros. Presento declarar, además,
que los hombres de la escolta nos obligaron a entregarles nuestro dinero, los objetos
de valor y las joyas. Los perjudicados no pudieron r ecuperar lo que perdieron. A mi ,
por ejemplo, me sacaron un reloj pulsera, 280 zloty en dinero y la cartera con todos
los documentos.
Dictado en alta voz, aprobado y firmado.
ass. Dr. Robert Weise
El testigo prestó el siguiente juramento: "Juro ante Dios Omnipotente y
Omnisciente que, de acuerdo con lo que sé, dije la pura verdad y que nada callé,
como mienta que dios me castigue".
cerrado:
ass. Dr. Reger
ass. Bachmann
fuente; W R II
80. Como fue asesinado el medico-operador Dr. Staemler. Relato del
labrador Georg Drescher de Czempin, mun. Kosten.
El testigo Georg Drescher, labrador de Czempin, depuso bajo juramento:
El sábado 2 de septiembre de 1939, fui arrestado por las 6 de la mañana, siendo
obligado a marchar, con otros populares alemanes de Czempin, hasta Schrimm. En el
camino, fuimos abordadps, por civiles polacos dotados de garrotes y palos, siendo
también amenazado y cubiertos de increíbles palabras injuriosas. En Schrimm,
también fuimos maltratados; durante las dos horas que pasamos en un patio, un
oficial de la policía nos comunicó que 20 populares alemanes de Lissa habían sido
condenados a muerte por el tribunal de guerra y que deben ser fusilados dentro de
dos horas. En efecto, he oído fusilar a 14 alemanes de Lissa. Cerca de 400 hombres,
escoltados por plazas de la policía auxiliar, marchamos de Schrimm, vía
Neutomischel, hacia Schreda, donde llegamos la noche, siendo alojados durante la
noche en un salón de gimnasia. En el pati o cogemos la primera paliza de los soldados
polacos; ai también fue maltratado por primera vez el pastor Kienitz, por un alférez
polaco. Al mediodía siguiente, partimos hacia Peisern, donde llegamos al correr d e l a
noche. Hemos sido alojados en un salón en el que cabrían bien unos 50 a 60
hombres. Se puede imaginar cómo, de 300 a 400 personas, quedamos acomodados.
Fue un verdadero caos; nadie pudo salir para hacer sus necesidades; nadie recibió
agua. Sólo en la mañana siguiente nos dieron agua y algunos panes. Afirmo que, en la
noche, nos ataron el uno al otro, a los dos; parejas que fueron atadas en grupos de
tres, por medio de cuerdas. Continuamos nuestra marcha, vía Konin, hacia Turek. En
el camino perdimos nuestros primeros muertos. El viejo barón Gersdoff, habiendo
perdido las fuerzas, empezó a delirar, yendo unos pasos a tambalearse hacia atrás,
siendo entonces muerto a tiro de cara bina por un suboficial polaco. Se quedaba
oscuro y las calles se hallaban apiñadas de fugitivos.
Aproveche la oportunidad para beber agua, consiguiendo reunirme a una clase de
unos 50 desbandados. Como no sabíamos qué hacer, nos presentamos a la estación