CRÍMENES POLACOS CONTRA ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA-EDICIÓN MEJORADA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS-2020 | Page 12

negociaciones infructuosas demostraron que Polonia no se hallaba dispuesta a continuar en el camino indicado por el mariscal Pilsudski, esto es: en paz y armonía con el vecino alemán. Además, la actitud dilatoria del Ministro del Exterior de Polonia, Coronel Beck, ante el fin de llegar a una solución r elativa a la cuestión de Dantzing y la de una legación de la Prusia Oriental con el Reich, dejaba de manifiesto, de mes a mes, y cada vez más, el deseo de las autoridades polacas de distanciarse sistemáticamente de la política de un entendimiento con Alema nia. La posición creciente, manifestada por Polonia, contra cualquier reparación o incluso una minoría de las injusticias de Versalles en lo que se refiere a las fronteras orientales de Alemania, condiciona con la agravación de la política polaca contra lo s mi embr os de la minoría étnica alemana y con el chauvinismo de la imprenta polaca que llegaba provocar abiertamente el Reich. En la primavera de 1939, se nota claramente que el nuevo rumbo de la política polaca obedecía a días fuertes: perturbando por la propaganda difamatoria, movida con el consentimiento del gobierno polaco, el pueblo se hallaba poseído de un sentimiento de odio, contra todo lo que era alemá n. Cualquier manifestación de la vida étnica alemana era interpretada como una acc i ón dirigida contra el Estado Polaco, justificándose de esta manera el exterminio de los alemanes como imperiosa necesidad nacional. Y de presumi r que, del lado polaco, s e haya tomado como prueba de debilidad la reserva en que se mantenía el gobierno del Reich ante los excesos de germanofobia. En ese error desastroso se generaron vehementes provocaciones dirigidas contra Alemania, las cuales, a su vez, produjeron aquellas impulsivas retenciones anexionistas con que, en un acceso de megalomanía , se deseaba reclamar la frontera en el Elba como necesaria para el espacio vital polaco. Este anexionismo bélico se manifestaba bajo las vistas del gobierno polaco, con la misma libertad con que actuaban, en los voivodados, los promotores de las opresiones que se movían, con el auxili o de las autoridades, contra las minorías étnicas al emanas. Así, pues, el gobierno polaco, asumía la responsabilidad de la creación de esa atmósfera de fiebre política, de donde resultó, entonces, el caos moral con el asesinato de miles de alemanes inocentes e inofensivos, cometidos, en las ciudades como en los campos, por soldados polacos y civiles armados. La pregunta es cómo el gobierno polaco puede permitir que las pasiones políticas del pueblo tomasen un aspecto tan amenazador que los populares quedan abandonados a los propósitos bestiales de las más bajas capas de hombres, en ausenc i a de l o que preceptuaba la Constitución, el Derecho, Moral y la humanidad. Tampoco se comprende cómo los responsables poseedores del poder, polacos, pudieron seguir un rumbo político tan infeliz que las relaciones con el Reich ll ega r on a ser insostenibles, sin compenetrarse de la responsabilidad con que, así, ha br ía n de arcar ante el Estado y el pueblo, ya que su política llevaría al país a la guerra con Alemania. He aquí cómo se descubre la segunda fuerza que vinieron de fuera y actuó sobre Polonia haciendo que se olvidara toda la consideración a los alemanes y todo el respeto al Reich. Esta fuerza era Inglaterra, era la garantía de asistencia, dada a Polonia, por el gobierno británico, sirviéndose de Polonia con el fin de provoc a r . Por