CRÍMENES POLACOS CONTRA ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA-EDICIÓN MEJORADA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS-2020 | Page 118

esto, sobre todo, por mujeres y - oficiales. Nos acompañaron columnas de fugitivos, militares y civiles, que no perdieron la oportunidad para agredirnos continuamente. Algunos de aquellos que se quedaron sin fuerzas para ir adelante, eran subidos en los carros, por regla general, sin embargo, eran muertos a tiros, en la retaguardia de la columna. Desde la mañana del 7 de septiembre y toda la noche, marchamos, con pocas interrupciones, en las zanjas o en el lodo de la carretera, hasta la mañana del 8 de septiembre, a las 9, aterrizando en una propiedad, de nombre Starawies, a unos 3 km. además de Kutno. Nos quedamos allí unas cuatro horas. Varios compañeros, al llegar, cayeron, muriendo de cansancio. Sólo parte del grupo recibió pan, pero todos recibieron agua potable que era, para nosotros la mayor delicia. Ya, de madrugada, durante la marcha, nos habíamos echado en el pasto que quedaba al borde de la carretera, para beber el rocío. Conseguimos también, arrancar, de vez en cuand o, una remolacha para mitigar la terrible hambre. Partimos de Starawies al mediodía, marchando, otra vez, toda la noch e, tambaleándose, dormidos, molestados a toda hora por los dementes, amedrentados por los tiros desechados contra compañeros - uno de mis compañeros contó, aquel l a noche, por lo menos44 alemanes habían muerto - y molestados por las muchas columnas militares que retrocedían. Quien no marchaba en línea, era llamado el orden, por medio de golpes y baionetadas, por los hombres de la escolta, mejor alimentados que nosotros, en parte disponian de bicicleta, se habían rendido. Incluso nuestro médico el Dr. Staemml er, no escapó a ese tratamiento cuando, en la columna sin fin, se adelantaba o retrasaba para socorrer a uno de los infelices con un fortificante. No pudo llevar sus instrumentos medicos . Esa noche, él mismo, comenzó a delirar, el Dr. Kohnert y dos compañeros que iban a su lado, fueron pisoteados por soldados que pasaban. No paramos de cerrar la columna para llenar los claros que iban apareciendo. Un labrador de 70 años de edad, de nombre Koerner, que ya no podía soportar la sed, se precipitó de un puente de 7 metros de altura, en las aguas del Bzura, siendo baleado sin ser herido. Allí bebió agua de su sombrero, consiguiendo colarse en la retaguardia de la columna. El 9 de septiembre llegamos a Lowitsch, parado en un lugar que quedaba entre el testimonio de explosivos y el cuartel, esto durante un fuerte bombardeo de la artillería alemana. La escolta polaca nos abandonó, con la excepción de unos pocos hombres; el comandante quedó invisible. Nos refugiamos del punto peligroso para un pequeño bosque que quedaba más allá de la ciudad, pudiendo, en el camino, matar la sed y llevarnos en varios Pozos donde pasamos. De la toma de cerca de 4.000 fueron liberados 2.000 en Lowitsch que, en esa ocasión, fue ocupada por las tropas alemanas. En primer lugar, se deben descontar los 1.000 polacos que formaban par te de nuestra columna, pero la diferencia de los 1.000 alemanes restantes no debe considerarse como un error estadístico, pareciéndome que estos alemanes huyeron a los bosques, los pastos y las aldeas, durante aquella última noche casi ins oporta ble, en que sólo a un gran esfuerzo conseguimos mantenernos de pie. Parte de ellos debe ser considerada, como definitivamente perdida.