CRÍMENES POLACOS CONTRA ALEMANES ÉTNICOS EN POLONIA-EDICIÓN MEJORADA CRÍMENES POLACOS CONTRA LOS ALEMANES ÉTNICOS-2020 | Page 110

septiembre, los primeros soldados polacos dejaron a Pless en dirección a Gora. Durante toda la noche oímos la artillería y la caballería polaca pasar por la carreter a , en la proximidad de Pless. Sabíamos que los polacos sufrieron un revés y contamos con la próxima entrada de las tropas alemanas. El sábado 2 de septiembre, a las 12 horas, los primeros tanques alemanes pasaron a la derecha de la autopista, a unos 500 metros al sur de Pless. Por las 14 horas llegaron los primeros tanques ligeros por el perímetro sur de Pless; detrás de ellos venía la infantería motorizada. Estábamos satisfechos y bien dispuestos porque todo correría tan a nuestro agrado. Como nos sentíamos todos seguros, fuimos a busc a r a nuestras mujeres e hijos en las bodegas. Pasaron unos 300 vehículos frente a nosotros. Cada uno fue recibido con inmenso jubilo. Todos lloraban y se reían al mismo tiempo; las mujeres traían, Dios sabe de dónde, muchas flores, prepararon sandwiches, trajeron leche y frutas y querían apretar la mano a cada soldado. En l os hombres fuimos a buscar nuestros últimos cigarrillos para darlos a los solda dos. Los chicos subieron a los vehículos para caminar un pedazo. Todos estaban fuera de s í de alegría. Los últimos vehículos vinieron a parar poco tiempo delante de nosotros y conversamos unos cinco minutos con los soldados. De repente cayó un tiro desde lo alto de la torre de agua. Era probablemente la señal convenida para un tiroteo general. Abrieron un fuego intenso de la torre de agua, del edificio del tribunal, del antiguo edificio de la policía y del jardín del internado, con ametrallador a s, pi s tol as automáticas y fusiles. Los francotiradores dispararon sobre los soldados a lema nes y sobre las mujeres y los menore. Hubo un terrible tumulto. Los hijos gritaron por las madres, las mujeres por los maridos. Se oía, de imprevisión, los gemidos de los heridos y los gritos de socorro. Los soldados alemanes respondieron al fuego por bastante tiempo; pero tuvieron que seguir adelante para no perder de vista la vanguardia. El domingo, por la tarde, todavía se encontraron algunos cadáveres en la calle. Sólo pudimos quitar a aquellos que se encontraban en la proximidad de un lugar seguro, pues, quien aparecía en la calle, era apuntado. Ni el personal del servicio sanitario era respetado; uno de ellos murió. Según yo supe después, fueron muertos 20 civiles y heridos gravemente dos. Quien sufrió más, fue la familia del cerrajero Niemitz. La mujer de él quedó horriblemente mutilada, un hijo adulto y una hija de seis años de edad también murieron. Se dice que el cerrajero Nimitz se encuentra gravemente herido. Los autores de esta carnicería deben ser buscados entre los civiles de Pless y los alrededores. Se trata de rebeldes que habían sido armados, ya en el verano y antes de la movilización, por las autoridades polacas. Había sido encargados de queda r s e en la ciudad cuando los soldados polacos abandonaran el lugar, y de disparar emboscados sobre las tropas alemanas. Fueron, sobre todo, atletas polacos que, instigados por sus profesores, buscaron ser distinguidos. El protocolo fue leído y, por él aprobado y firmado de la siguiente manera: ass. Hans Nieratzik.