Crisis Civilizatoria | Page 92

Gisela Landázuri Benítez l Liliana López Levi Con base en lo anterior, Martín propone unas premisas para la gestión del territorio. En primer lugar es necesario un compromiso y cooperación entre los actores involucrados, es decir, los administradores locales, las comunidades, los conservacionistas, los operadores turísticos, los funcionarios públicos, los administradores y gestores de los sitios, zonas o monumentos. Dichos actores deben participar en las estrategias acordadas y compartir la responsabilidad. Los que toman las decisiones sobre el legado natural y cultural de un grupo de ciudadanos, deben ser las autoridades pertenecientes al nivel de gobierno más próximo a la población afectada (las autoridades locales). Posteriormente, deben implementar acciones, las políticas y las estrategias con la finalidad de preservar el patrimonio natural y cultural; así como lograr una coherencia con el resto de las acciones y programas implementados en el territorio en cuestión. La oferta desarrollada debe estar basada “en la autenticidad, calidad de la experiencia y sensibilización hacia la protección y conservación del medio natural y cultural” (Martín, 2010:94). Finalmente, las ganancias deben reinvertirse en programas de investigación y protección del patrimonio en cuestión. Todo lo anterior deriva en la necesidad de un ordenamiento territorial participativo, que oriente las actividades humanas, considerando la diversidad natural y cultural del territorio como un valor fundamental, así como la sustentabilidad del mismo. También resulta esencial la cooperación territorial, la cohesión social y el conocimiento de las dinámicas socioculturales en las cuales se asienta el patrimonio, a partir del cual se pretende promover prácticas turísticas. En este sentido, es deseable que la población local se involucre y vigile que sus referentes culturales, ya s