Crisis Civilizatoria | Page 91

Xochimilco: chinamperío, patrimonio cultural y prácticas turísticas el proceso, dejando tras de sí, a una población despojada, que pierde mucho más que la fuente de ingresos. Análisis como los de Martín (2010:93) muestran que los proyectos turísticos llevan a la “pérdida de identidad cultural y desestimación de los sistemas de valores tradicionales de la comunidad anfitriona”; además de expropiaciones forzosas, restricciones de acceso por parte de los pobladores locales a los sitos valorados, reducción del poder adquisitivo de los trabajadores, trabajo infantil y explotación sexual. Además el crecimiento económico no necesariamente impacta en el desarrollo local. Para que exista un manejo adecuado del binomio patrimonio-turismo es necesario partir de la participación comunitaria y el respeto; de la valoración de la diversidad cultural, de la riqueza en términos de conocimientos, valores, aptitudes, intereses, principios y aspiraciones. El vínculo con los actores involucrados, es decir entre individuos asociados al turismo (ya sea turistas como prestadores de servicios) y la comunidad rural en cuestión, es fundamental. En este sentido, y siguiendo a Miranda (2012:11) consideramos imprescindible que los operadores turísticos conozcan la cultura local del lugar que promueven y en donde trabajan; en particular, la identidad, las implicaciones del diálogo intercultural, la etnicidad, cosmovisión y los elementos de “glocalización”.9 De no ser así, se promueve el conflicto, la distorsión de los significados y la explotación del lugar. Miranda (2012:11) habla de “aceptar y robustecer la compleja bio-cultura diversa”, es decir, que así como una sociedad agrícola debe evitar el monocultivo, también se debe evitar que la actividad económica local se reduzca al turismo; “el monocultivo del turismo”, como lo llama Chuichi (1997:63). El desarrollo y fortalecimiento de la diversidad turística debe llevar al operador de este sector a diversificar sus fuentes. Las familias tampoco debieran sustituir su actividad agrícola, ganadera o artesana, ya que el turismo debiera ser un complemento, en tanto suele ser una actividad de temporada y, por ende, riesgosa. En este sentido, debe haber una planeación territorial para impulsar el turismo en épocas de menos labor agrícola y así evitar la migración (Ceballos-Lascuráin 1998:50, en Miranda, 2012:13). Otro de los problemas es que muchas veces la comunidad local se enfrenta a una serie de actores que intervienen en los procesos de uso y gestión del patrimonio, que no alcanzan a vislumbrar los alcances que puede tener la exposición del mismo a programas turísticos (Martín, 2010:91). Por ello, es necesario pensar seriamente en el manejo y gestión del patrimonio como herencia cultural y natural, con implicaciones sociales. El patrimonio, afirma Martín (2010: 91) es: “al mismo tiempo una oportunidad positiva y una amenaza concreta para su preservación”. Un proceso local, que responde a una lógica global. 9 89