Gisela Landázuri Benítez
l
Liliana López Levi
En el mismo documento se afirma que el patrimonio inmaterial se manifiesta en:
a) tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehículo del
patrimonio cultural inmaterial; b) artes del espectáculo; c) usos sociales, rituales
y actos festivos; d) conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el
universo; e) técnicas artesanales tradicionales (Nivón, 2010:19)6.
De ahí que, como lo afirma Marcelo Martín (2010), la pérdida del patrimonio
cultural natural, es tan grave como la pérdida de la identidad, de la libertad de
expresión o del acceso a la vida digna y su preservación. Su acceso constituye
un asunto de derechos humanos irrenunciables.
Si consideramos que los patrimonios son referentes culturales e identitarios,
y su manejo, su alteración, tanto materiales como simbólicas tienen un impacto
significativo en el ámbito de la cultura, entonces resulta que el patrimonio se
encuentra estrechamente vinculado con el territorio, la cultura, la identidad
y el desarrollo.
Territorio, patrimonio y turismo
De acuerdo con Martín (2010:95), las discusiones actuales sobre el patrimonio
establecen un vínculo estrecho entre éste y el territorio: “La gestión del patrimonio
ha de ser territorial de la misma forma que la planificación territorial ha de
tener en cuenta los recursos patrimoniales”.
Gilberto Giménez (2001:7) señala que, como espacio apropiado, el territorio
puede ser aprehendido de dos formas diferentes y a veces contradictorias. La
primera en términos funcionales y utilitarios, donde el territorio es mercancía,
fuente de recursos o medio de subsistencia; y la segunda, donde ͔