Verónica Bunge l Juan Antonio Reyes
Discusión y conclusiones
Más allá del reconocimiento de una heterogeneidad entre los asentamientos
que componen un ANP, y que esta responde diferente ante la conservación
o degradación de sus recursos; el análisis recién presentado muestra algunas
generalidades que permiten discutir acerca de lo que hace falta reforzar en las
iniciativas gubernamentales y de la sociedad civil.
Las ANP agrupadas según las regiones CONANP, presentan diferencias
en términos poblaciones y agrarios. Un patrón claro es que la región Noroeste
y Alto Golfo de California tiene la menor población y que en los núcleos
agrarios ubicados en sus ANP la “densidad” de ejidatarios es la más baja. Esto
pudiera facilitar los procesos de organización en torno a la conservación de
los recursos naturales, tanto por la menor presión generada por la población
como por el reducido número de propietarios que tienen que llegar a acuerdos
de uso colectivo. En términos poblaciones, en el otro extremo se encuentra
la Frontera Sur, Istmo y Pacífico Sur, que tiene la población y el número de
localidades más grandes. El caso de la región Noreste y Sierra Madre Oriental
llama la atención porque tiene el mayor número de ejidatarios/ejido (126.9);
mientras que su población y número de localidades están entre las más bajas.
Las ANP, principalmente con localidades rurales, también se caracterizan
por altos niveles de marginación que, de acuerdo a muchos autores, se asocia
con la dificultad de trabajar colectivamente por una causa cuya remuneración
no es inmediata (Portes, 1998; Putnam, 2000; Arriagada et al., 2004; González
de la Rocha, 2005). Acertadamente, el Programa de Conservación para el
Desarrollo Sostenible (PROCODES), que dirige la CONANP, se orienta en
gran medida a fomentar proyectos productivos sustentables para atacar de
manera conjunta los problemas económicos y ecológicos.
Por otro lado, en la tercera parte de los municipios que forman parte de
un ANP federal se reporta trabajo colectivo en más de la mitad de los ejidos.
Es importante destacar que 65% de la vegetación primaria de las ANP se
encuentra en núcleos agrarios (Bunge, 2012), y gran parte de ésta se ubica en
áreas de uso común. En estas áreas, el consenso de reglas y normas para el
manejo y apropiación de los recursos es fundamental, y una cultura colectiva
pobre podría ser un factor en contra del uso sustentable de dichos recursos.
PROCODES otorga distintos tipos de apoyo (Tabla 8), pero ninguno de ellos
dirigido expresamente al fortalecimiento organizativo de las comunidades. Sin
capacidad organizativa, el manejo sustentable de áreas comunes se dificulta.
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