Crisis Civilizatoria | Page 30

Verónica Bunge l Juan Antonio Reyes de los colectivos, incluso de aquellos con características similares, muestra la no linealidad de las características mencionadas de la acción colectiva. Según Poteete y Ostrom (2004): “No existen recetas que aseguren la participación en trabajos conjuntos, sino variables que pueden ser más relevantes a considerar y cuya modalidad, en combinación con otras variables, pueden facilitar o entorpecer la acción colectiva”. La característica indígena de una comunidad es concebida por algunos autores como una cualidad que infiere capacidad de organización porque se trata de grupos que promueven la existencia de espacios de concertación (Boege, 2008; Paz-Salinas, 2008; Ricketts et al., 2010). Sin embargo, esta capacidad de los grupos indígenas no se reflej a por sí sola en una mejor situación de desarrollo social (Velasco et al., 2012), humano (PNUD, 2011) o ambiental. La motivación por participar en la conservación del entorno o en un programa de conservación tiene que ver con sistemas complejos de relaciones multinivel de variables en diferentes escalas espaciales y temporales (Ostrom, 2009; Bonilla-Moheno et al., 2012). Con todo, no cabe duda que la facilidad con que una comunidad se organiza es fundamental para que su población tenga mayor disposición a participar y dar seguimiento a obras de conservación impulsadas por el gobierno (Bunge, 2012). Esta capacidad de organizarse va de la mano con la presencia de reglas y normas (Ostrom, 2000). Pero, en el caso que atañe a este estudio, importan las reglas y normas efectivas para mantener la sustentabilidad de un sitio, que en general están relacionadas con aquéllas hechas para evitar conflictos por el acceso a los recursos (las reglas para evitar conflictos sociales no siempre se acompañan de las que tienen que ver con mantener la sustentabilidad de los recursos). Así como existen características atribuibles a los individuos o a la estructura de una sociedad para explicar la capacidad de iniciar o mantener una acción colectiva en torno al cuidado de los recursos naturales, existen aspectos políticos y biofísicos que favorecen o limitan las tareas de conservación (Paz-Salinas, 2008; Velasco et al., 2012; Bunge, 2012). En cuanto al contexto político, se podría decir que la inseguridad dificulta la capacidad de gestionar un recurso de forma planeada. La segunda causa de deforestación en México, después del desmonte agropecuario, es la tala ilegal (SEMARNAT, 2006). Parte de esta se relaciona con grupos armados e incluso con el crimen organizado (com. pers. funcionarios de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, PROFEPA y de la Comisión Nacional Forestal, CONAFOR). Asimismo, la tenencia de la tierra y los conflictos de colindancia también juegan un papel importante en la tala ilegal, tal como se ha documentado para el Corredor Biológico Chichinautzin (Paz-Salinas, 2008), 28