Crisis Civilizatoria | Page 182

Armando Sánchez Albarrán Analizar los principales puntos de la economía verde y la economía del decrecimiento como parte de la “Estrategia del Caracol” planteada por Serge Latouche y que se encuentra presente, como forma de vida, en las comunidades indígenas; plantear la utopía de la Vía Campesina como parte de la defensa por la seguridad alimentaria y la defensa de la Madre Tierra en el campo, pero también en la ciudad; propuestas del movimiento altermundista por una política pública con sustento en la economía verde (Sánchez, 2012; Latouche, 2012). Entre las opciones que plantea la sociología ambiental, para revertir el deterioro ambiental, se encuentra: La agroecología, el ecodesarrollo, la ecología de la acción, la economía ecológica, la educación ecológica popular, la agroforestería, la bioética, la búsqueda de equilibrio entre la producción de entropía y la tasa de producción de biomasa, el estudio del ciclo del agua, la conversión del planeta en un gran colector solar, la conservación de corredores biológicos o el desarrollo limpio (Leff, 2000; Barkin, 2001). La ecosociología radical intenta opciones ecológicas y socialmente sustentables, por ejemplo, alentando un proceso de desarrollo centrado en la agricultura campesina. Plantean una visión “campesinista” que, sin desconocer el mérito de las actividades no agropecuarias, enfatiza la producción de alimentos de mejor calidad, la agricultura orgánica, la promoción de los conocimientos y habilidades productivas, la creación de nuevos mercados nicho, entre otras propuestas (Barkin, 2001). El propósito es fortalecer la economía campesina dentro de un modelo alternativo en el cual se apoyan las iniciativas locales y se propugna el desarrollo endógeno para lograr una mayor participación social, control local y autogestión sobre el territorio por parte de la comunidad campesina (North y Cameron, 2003). Se puede observar cierta influencia en esta visión de la literatura sobre descentralización y desarrollo territorial rural y en especial de las propuestas del movimiento zapatista en Chiapas. Pero para que tal visión campesinista de la nueva ruralidad se logre materializar y para que beneficie a todos los campesinos es necesario una nueva reforma agraria que transfiera no sólo tierra a los sin (o con insuficiente) tierra, sino también recursos financieros y tecnológicos. También es necesaria una inserción más equitativa de los campesinos en los mercados tanto de productos como de los factores productivos que sólo se puede lograr desarrollando sus organizaciones. Sólo con el empoderamiento de los campesinos, en alianza con otros sectores sociales progresistas, es posible que ellos negocien mejores condiciones en sus relaciones tanto con el mercado como con el Estado