Crisis Civilizatoria | Page 178

Armando Sánchez Albarrán se benefician a unas cuantas empresas, pero a la larga se ponen en peligro de extinción la flora y la fauna locales, así como los efectos negativos al cambio climático (Norgaard, 1994). En otras palabras, el riesgo político se desprende de la falta de compromiso ético en las decisiones públicas relativas a la afectación del medio ambiente por parte de los gobernantes, pero que entrañan enormes consecuencias socio políticas (Fitoussi, et al., 2011). De igual forma la sociología rural y la ecosociología coinciden en su crítica a la noción de democracia representativa, en el trayecto, recuperan otras propuestas de democracia “desde abajo”, como la propuesta del EZLN (Ejercito Zapatista de Liberación Nacional), con el “mandar obedeciendo”7 (Grammont, 2006; Latouche, 2012). Ambas enfrentan el problema de explicar el difícil tránsito hacia la ciudadanización de los indígenas.8 En otro orden de ideas la democracia directa y el respeto a la autonomía recuperan el problema de la gobernanza al intentar hacer cumplir a los gobiernos el cumplimiento del Acuerdo 169 de la OIT9 (Organización Internacional del Trabajo). La sociología rural y la ecosociología realizan una crítica epistemológica a la noción de democracia representativa considerando que, por ejemplo, en muchas zonas rurales o urbanas la política se expresa fuera de las urnas ya que no existe una cultura política democrática (Grammont, 2006). Aún más, el problema indígena se encuentra sin una cabal solución en América Latina.10 Anibal Quijano, fundador de la vertiente decolonial, sugiere que los dos temas pendientes en nuestro continente, en materia de la discusión teórica sobre movimiento indígena, son las discusiones relativas al Estado-nación y el tema de la democracia en la actual situación del poder político (Quijano, 2010). El problema de fondo, argumenta, es la necesidad de incorporar al indio como ciudadano igual con todos los derechos cívicos y prestaciones sociales; pero reconociendo las diferencias pluriétnicas. En este punto, éste autor admite que los gobiernos latinoamericanos difícilmente se van a atrever a reconocer el carácter multinacional o pluriétnico de los indígenas. Una vez que los indígenas La ecosociología apuesta, no únicamente por la existencia de partidos verdes con demandas ambientales, sino que va más allá al reivindicar el derecho de los pueblos originarios en la defensa de su territorio. 8 Las dos subdisciplinas reconocen la reproducción de ancestrales formas de dominación clientelares y autoritarias, a pesar de que América Latina ha atravesado por el difícil sendero de transición a la democracia. En esta dimensión podemos constatar el ascenso de gobiernos mediante procesos democráticos, vía la democracia representativa, aunque ello no necesariamente signifique que en la sociedad predomine una cultura política democrática. 9 Si bien el término de gobernanza es un concepto bastante polisémico que se lo referimos aquí al acatamiento, observancia y cumplimiento de acuerdos entre la sociedad civil y el gobierno. 7 Como lo analiza Aníbal Quijano, en “El movimiento indígena y las cuestiones pendientes en América Latina”, uno de los aspectos más relevantes, es la lucha por la identidad 10 pluriétnica y pluricultural que adquiere diversas expresiones y en casos concretos en cada país (Quijano, 2010). 176