Armando Sánchez Albarrán
aparición corre al parejo del creciente interés de la sociedad en los problemas
ambientales. De la misma manera, los temas ambientales se encuentran cada día
más presentes en la agenda de la opinión pública, los medios de comunicación,
en instituciones educativas y en organizaciones civiles.
Debido a este interés en los aspectos de la relación sociedad y naturaleza
interesa destacar que dicho ámbito particular de estudio cuenta con una
importante masa crítica en la medida en que sus defensores cuestionan desde
hace bastante tiempo aspectos importantes de las teorías económicas y políticas.
En la economía, por ejemplo, se opone al afán de obtención de la maximización
de las ganancias a expensas del deterioro ambiental y de los desequilibrios
sociales que de ahí se derivan; en lo político pone en duda los postulados básicos
de la democracia representativa y la manera en que gobiernos neoliberales
reivindican medidas de libre mercado. De manera general la ecosociología
pone en evidencia la manera en que el desarrollo económico y los procesos
políticos justifican una sociedad cada día con más injusticias y desigualdades
sociales, especialmente en zonas rurales (Sevilla-Guzmán, 2006).
En los estudios de la sociología ambiental, precursora de la ecosociología,
ya había una crítica sistemática a algunos de los fundamentos de la economía
neoliberal sustentada básicamente en la creencia de la existencia de recursos
naturales ilimitados. Los gobiernos neoliberales aterrizaron dichas ideas en la
aplicación de políticas monetaristas que ponen el énfasis, no en mejorar el nivel
de vida de la población, sino más bien facilitar la inversión extranjera lo cual ha
llevado a beneficiar a unas cuantas empresas transnacionales. El actual modelo
extractivo-exportador, partiendo de dicho supuesto, muestra hasta dónde es
capaz de llegar la falta de sentido común y responsabilidad social: contaminación
y degradación total de tierra, agua y aire a partir de la explotación de minas a
cielo abierto. La crisis ambiental, que de ahí se deriva, se transforma en una
crisis de civilización, y con ellos, como una crisis disfuncional entre sectores
económicos, políticos y socioculturales (Guzmán-Muro, 1999) En este orden
de ideas Enrique Leff sintetiza los rasgos de dicho modelo:
La problemática ambiental emerge como una crisis de civilización: de la cultura
occidental, de la racionalidad de la modernidad, de la economía del mundo
globalizado. No es una catástrofe ecológica ni un simple desequilibrio de la
economía. Es el desquiciamiento del mundo al que conduce la cosificación del ser
y la sobreexplotación de la naturaleza; es la pérdida del sentido de la existencia que
genera el pensamiento racional en su negación de la otredad… (Leff, 2004:IX).
Haciendo un breve recuento histórico podemos señalar que la sociología
ambiental ha atravesado por tres grandes momentos: El primero, en los años
setentas, con el surgimiento de la sociología del medio ambiente; el segundo
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