Contemporânea Contemporânea #8 | Page 31

nuestras sociedades. No es que no haya clases sociales, es que, sacando de la ecuación a los extranjeros, no se percibe alguien lo suficientemente pobre como para que otro sea rico, ni lo suficientemente rico como para que el otro sea pobre. Cuba, uno de los países latinoamericanos “más pobres” (en términos de ingreso per cápita medidos por organismos internacionales que hacen de las personas números) y el único país de América Latina sin desnutrición infantil según UNICEF. Cuba, una isla bloqueada por más de medio siglo, es quizás el único país del continente que tiene cubiertas los cuatro principales tópicos de reclamos sociales en el mundo actual: la educación, la salud, la seguridad y la vivienda no sólo son públicos, sino de calidad2.

Resuenan todavía en mi memoria las palabras “Vai para Cuba” como un insulto clasista de unos muchos ignorantes. Esto en Brasil se hizo moneda corriente, a partir de un silogismo por demás simplificador: si todo lo que hace la izquierda comunista cubana es malo (incluso diabólico, con las acepciones religiosas a la orden del día) y si el Partido dos Trabalhadores se autoproclama más a la izquierda que la tradición conservadora brasilera, entonces Dilma y Lula son malos, y todo su proyecto político corre igual suerte. De allí que demasiados piensen que si uno quiere levantar alguna bandera de redistribución equitativa de la riqueza o plantear derechos relativamente igualitarios sea amablemente invitado a irse a vivir a Cuba. Lo gritan paquetas señoras vestidas con la verde e amarela por la Avenida Paulista, lo esboza Fernando Niembro, un reconocido periodista argentino – que intentó candidatearse políticamente y fue rápidamente bajado de las listas del PRO3 al detectarse, como mínimo, una sospecha de corrupción – para quien la

televisación del fútbol debe ser privada, y a quien no le guste que se vaya a Cuba (que, por cierto, vibra al ritmo de una isla dividida entre Real Madrid y Barcelona, pero no tiene ni idea de cuáles son los colores de las camisetas de Boca Juniors o de River Plate).

Si algo me enseñó esta experiencia es que el peso de las palabras no sólo excede sus significantes, tal como el pasaje por el mundo académico me machacó, sino también el paso del tiempo: la multiplicidad de significaciones no está en la interpretación autónoma como sostiene el individualismo dominante; antes bien, está en el debate colectivo de ideas sostenido históricamente, a veces envejecido pero sin volverse nunca conservador. “Vai para Cuba” no es un insulto, y debiéramos levantarlo como bandera: “Vai para Cuba” significa que otra realidad es posible.

En la Cuba post-Fidel se respiran aires de cambios, que en la temporalidad cubana tiene otras dimensiones, y aunque es notable el sentimiento patrio que recorre la isla, los cubanos saben que su historia está plagada de contradicciones, de victorias con sabores amargos y de derrotas que dejaron estelas impensadas. Saben, como el pescador de Hemingway, que hay batallas cotidianas y ante quienes las tienen que dar.

1Estas palabras fueron escritas en ocasión de haber viajado a Cuba en febrero de 2017 con Vanesa y Caetano, mi familia. Algunas de las ideas aquí esbozadas fueron incluso pensadas durante el recorrido de tres semanas.

2En el próximo número de Contemporânea se publicará “Escreverei com mais detalhe”, una reflexión puntual sobre cuatro tópicos.

3El partido político “Propuesta Republicana”, más conocido como “PRO”, está actualmente en el gobierno argentino a partir de la coalición “Cambiemos”. Para simplificar algo que no es simple, es la primera vez que democráticamente es elegido un partido autoreconocido como conservador de derecha desde la Ley Sáenz Peña de 1912 que instaura el moderno modo eleccionario nacional.

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Eduardo Galak é Professor de Educação Física pela Universidad Nacional de La Plata (2006), Mestre em Educação Corporal (2010) e Doutor em Ciências Sociais (2012) pela mesma instituição. Pós-Doutor pela Faculdade de Educação da Universidade Federal de Minas Gerais (UFMG, Brasil).

VIAGEM À CUBA

Cuba es la contradicción constante