Contemporânea Contemporânea #7 | Page 15

Quiero plantear dos provocaciones: primero, la necesidad de preguntarnos por la sensibilidad democrática, por un modo de percibir que los agentes ponen en juego en sus prácticas, el cual a su vez está mediado por las relaciones sociales en que tales prácticas acontecen. No es una pregunta por la objetiva y objetivante “gramática” o “retórica” de lo político, sino por aquello que cabe entender como su configuración estética. Segundo, al dar cuenta de esas relaciones sociales es imperioso volver a interrogar la relación entre democracia y capitalismo –y no deja de ser sorprendente que esto sea una provocación–. Más aún si consideramos –sin pretensión de originalidad– que tratamos con un capitalismo financiero y transnacional, aunque es más preciso decir “desnacionalizado”, frente a una democracia que sigue ligada a la lógica de lo nacional.

La centralidad de volver a pensar esta relación puede verse en cómo en el combate contra la exclusión de los gobiernos del PT (Brasil) y del FpV (Argentina) se produjeron dos vías principales de inclusión social: el trabajo, a través de su creación, y el consumo, a través de la mejora del salario real, originando una nueva clase media o bien ampliando la ya existente. Pero en ambas vías prima la lógica de la mercancía, “estructural central” al capitalismo, como afirmaba Lukács, sin que tal lógica sea intrínseca ni al consumo (que no tiene por qué ser de mercancías) ni al trabajo (que no tiene por qué ser “asalariado”). En definitiva, se trata de políticas que generaron una inclusión

POLÍTICA E SOCIEDADE

15

social… a la sociedad capitalista. Aclaro velozmente que esto no es un cuestionamiento a tales políticas, que sólo pueden ser analizadas dentro de las correlaciones de fuerzas en que se concretaron, y no en el abstracto vacío de un ciego voluntarismo. Fuerzas tanto de nivel nacional, incluyendo la resistencia de los sectores industriales como la UIA argentina o la FIESP brasilera pero también la sensibilidad ciudadana (¿qué porcentaje de la población brasilera o argentina estaría dispuesta a acompañar políticas contrarias a la acumulación privada de la propiedad?); como internacional o, quizás, desnacional si se me acepta el neologismo para aludir a un rasgo básico del capitalismo actual.

En este sentido, considero fundamental aprehender a las políticas públicas, como la Asignación Universal por Hijo (AUH) o la Bolsa Familia, en su espesor. Ése que se aplana cuando se las cuestiona por implicar una integración a través del consumo, como si ello las tornase neoliberales. Antes bien, dar cuenta de su complejidad –indisociable de aprehender la complejidad de la sociedad en que vivimos– requiere abordarlas como políticas de integración social, aun cuando sea a la sociedad hoy existente, que es capitalista. Quedarse con uno de estos planos no es más que aplanar su espesor, perder de vista la tensión entre la lógica democrática y la capitalista a manos del maniqueísmo que sólo acepta la (platónica) pureza incontaminada.

No deja de ser la crítica del ya integrado (por el

Dos provocaciones: sensibilidad democrática y capitalismo desnacional

Emiliano Gambarotta