Cinéfilo 16 - Marzo 2014 | Page 9

CUERPOS, ROSTROS Y DERIVAS La vida de Adèle - Capítulos 1 y 2 de Abdellatif Kechiche + Dallas Buyers Club de Jean-Marc Vallé por Fernando Pujato Parece agobiada. Lleva zapatos con taco y un vestido de color azul ni corto ni largo que no le va bien a su figura, esa manera de vestir para ciertas ocasiones en las que no se sabe bien qué se debe llevar porque nunca se las ha vivido. Convivir con los ornamentos materiales de un mundo ajeno es también un aprendizaje y Adèle nunca aprendió nada de ese otro mundo al cual no pertenecía. El color del vestido es el mismo color del pelo de Emma cuando cruzaron sus miradas por primera vez en un plano cinematográfico ya anticipado por la literatura en las edificantes clases de lycée de la pequeña burguesía a la cual pertenece Adèle, y que también anticipan su tragedia, su inevitabilidad, y el mismo título de la novela en que está basado el film, El azul es un color cálido, de Julie Maroh, a la que, al parecer, no le gustaron para nada las escenas de sexo —aunque esto no pasa de ser tan sólo una anécdota. Entre ese último plano de Adèle alejándose de la muestra de pinturas de Emma, entre ese caminar un tanto cansino, con la cabeza gacha y los hombros hacia arriba, y el plano que abre el film y se repite varias veces en su primera parte, con Adèle saliendo de su casa siempre apurada, siempre corriendo, no ha pasado, ciertamente, una vida, tan sólo unos cuantos años. Pero esa adolescente plena de energía, de ansias de aprender, de vitalidad amorosa, no existe más, ahora es una joven sin sueños anclada en su pasado inmediato; su destino fílmico, el destino que Kechiche le ha reservado a la pobre de Adèle es una terrible constatación: su amor por Emma no alcanza para que estén juntas. Quizá nunca alcanzó, al menos lo adivinamos en esa escena en la que Emma le reclama que escriba y Adèle contesta que es feliz así, cocinando y dando clases, o cuando Adèle vuelve del trabajo y escucha un mensaje de Emma diciéndole que volverá tarde a la casa, que 7