Cinéfilo 16 - Marzo 2014 | Page 64

por Rosendo Ruiz Este año fui invitado por el festival de Rotterdam para presentar mi película Tres D. Si antes de aceptar hubiera sabido que casi toda Holanda está entre los 3 y los 5 metros bajo el nivel del mar, no iba ni en pedo. En eso pensaba mientras me mostraban fotos de los diques de más de 40 kilometros de longitud que contienen al océano para que no se inunden las ciudades. Ver cómo ese paredón por el que circula una carretera desafía de un lado el mar para que del otro, unos cuatro metros más abajo, quede contenido un tranquilo lago… es una imagen que mete miedo en serio. Por suerte, recién nos enteramos el último día del festival, tomando unas birras con unos amigos en un bar de Ámsterdam. Las ganas de huir de la inundación me duraron solamente medio día. Mar del Plata y Rotterdam son los dos festivales más grandes a los que he asistido. El epicentro del festival holandés, donde funcionan acreditaciones, prensa, invitados, comedor y la mayoría de las oficinas, es un enorme y lujoso edificio para convenciones, con gran cantidad de salas para conferencias y una sala de cine de las más grandes y modernas que he visto. A nosotros, a Inés y a mí (viajé con mi señora y productora Moyano), nos dieron hospedaje en un hotel boutique de lo más primer mundo que pueda existir. Una vez ubicados, con los típicos bolsitos de festival que contienen catálogo, invitaciones a fiestas, tareas, charlas, listas de los teléfonos importantes, entrevistas, credenciales y demases, nos aventuramos en la experiencia Rotterdam. Ir a festivales a ver películas, como suelo hacer en Mar del Plata o el BAFICI, es distinto de asistir a un festival a presentar la tuya, y más cuando es “la premiere mundial”. Así que después de armar la agenda de tareas, acomodé mi agenda para ver lo que más pudiera. Por suerte mi amigo Martín, editor de esta revista, me hizo una lista de recomendaciones que me ahorró tener que investigar entre las 400 películas o más que había para elegir. Igual, entre mis horarios y las recomendaciones, sólo pude combinar muy pocas. A la espera de nuestra función de prensa, convencí a Inés de que fuéramos a ver Oktober November de Götz Spielmann, película austríaca que no venía en la lista de recomendaciones del editor pero la elegimos por conveniencia logística, ya que se pasaba en el mismo cine en el que media hora después sería la función de prensa de Tres D. Resultó un culebrón familiar que enreda a dos 62 hermanas de pueblo, la exitosa y la ama de casa frustrada, mientras reviven conflictos familiares por unos días de convivencia forzada durante la agonía del padre. El hombre no se moría más, alucinaba, pegaba gritos. Cuando todos se acercaban pensando que había muerto pegaba saltos y contorsiones que empezaron a causarle gracia al público. Al principio la gente parecía no querer reírse, pero luego todos nos relajamos y empezamos a reír sin ninguna concesión para los realizadores que estaban en la sala. Nuestra primera película fue una frustración pero no había de qué preocuparse, estábamos felices y disfrutando de una ciudad bella, con arquitecturas para volverse loco, con aire fresco, muy fresco, y más todavía cuando nos enterábamos que en Argentina se acercaban al infierno con sensaciones térmicas de casi 50º. Con una sonrisa me fui a ver mi segunda película, que vi solo porque Inés trabajaba mandando mails, asistiendo a charlas, organizando entrevistas y demases. Kiyoshi Kurosawa, ¿qué hiciste o qué quisiste hacer en Real? ¿Una de ciencia ficción con gente que se mete en los pensamientos del amado (en coma), para después invertirnos la historia y hacernos saber que la película era sólo la construcción mental del amante (que era el que estaba realmente en coma)? ¿Y todo esto para desentrañar una culpa del pasado en el que vieron ahogarse a un niño malo, que en realidad sentían que merecía morir y que no ayudaron? ¿Y de pronto el espíritu de ese niño malo se trasforma en un dinosaurio en 3D que es más tonto que Larguirucho? Querido Kiyoshi, tremendo pelotazo te mandaste. Lejos quedó Real de Tokyo Sonata o de Retribution. Esperemos que este traspié no haya sido tan real como parece. Así fueron pasando los días presentando las cuatro funciones de nuestra película y respondiendo a las preguntas de la audiencia al final de cada una. De varias películas que vi sólo recuerdo los primeros diez minutos porque me desnuqué mal: la culpa es de esas butacas híper cómodas y de un gran cansancio acumulado que pudo relajarse en el festival. Entre las que sólo vi entre sueños están: Educación sentimental del encantador Júlio Bressane, Mary is Happy, Mary is Happy de Nawapol Thamrongrattanarit y Mouton de Marianne Pistone y Gilles Deroo. Pero hubo algunas en las que no me dormí y sobre las quisiera compartir un par de impresiones. Me refiero a Réimon y Matar a un hombre. Réimon de Rodrigo Moreno. Excelente película que te dice desde el inicio: Yo miro esta historia de lejos, no me meto en estas vidas, las espío, las