Cinéfilo 16 - Marzo 2014 | Page 58

Costa da morte tivo en el cine se ha reglado, a partir de la experiencia del cine estereoscópico, del digital. En el cine en 3D se trabaja un orden sensorial a partir de lo que yo llamo una “realidad anabólica”; como si se tratara de los músculos de Schwarzenegger, las imágenes se hinchan y se inflan. Si uno observa el cuerpo de un Schwarzenegger o de cualquier fisicoculturista, la impresión es que los órganos y los músculos intentan destruir el límite de la piel; en el cine da la impresión de que las imágenes quieren irrumpir sobre el límite de la pantalla. Entonces este orden de lo perceptivo, de la sensibilidad visual es algo que me preocupa. Me interesa encontrar directores que estén trabajando sobre ese orden de visibilidad sensible pero que efectivamente estén parados en otra línea, reconstruyendo las relaciones con que se representa lo real en el cine. Hay un cineasta que pareciera representar esa vía como pocos, un caso notable: Gustavo Fontán. Me pasa también con Patiño en menor escala, o con Peter Hutton y su obstinación por destituir el sonido en sus imágenes. Mi impresión es que hay un trabajo peculiar en estos cineastas donde no se trata de un cine minimalista por el cual se desentienden de la narración. No se trata de evitar narrar porque no saben cómo contar o no tienen qué contar; el cine minimalista de qualité no tiene nada que ver con ellos. Estos directores están preocupados por una relación intrínseca entre el orden de lo real, la captura de lo real y la representación de lo real. Cuando me encuentro con una película como Costa da Morte de Lois Patiño, que está construida en panorámicas y que tiene dos planos medios y uno general, me imagino que si el público de las 56 salas en todo el mundo la viera durante un año, algo pasaría en los circuitos de percepción de esas personas. Incluso me importa esa película en particular porque las panorámicas en el cine en 3D no funcionan: la relación entre la figura humana en miniatura y el paisaje en el cine en 3D genera una suerte de disociación de la figura humana respecto de la figura no humana, es decir que el paisaje y su vínculo con la presencia humana presenta un problema de escala. Creo que progresivamente las películas en 3D van naturalizando esos problemas de escala y por eso cuando me encuentro con la película de Patiño me resulta muy importante. Por otro lado, me parece que la sensibilidad en sí, la sensibilidad contemporánea respecto de la imagen, la relación que se establece entre el espectador y la imagen, es una relación absolutamente saturada. Entonces buscar películas que desaceleren esta saturación es de vital importancia. Algunas películas de Sokurov me han resultado paradigmáticas en este sentido, sobre todo el extraordinario y poco conocido período en el que Sokurov filma en Japón. También por eso tengo serios problemas con su Fausto, porque creo que hay un muy mal modo de procesar tres cosas: la literatura del siglo 19; el registro de Sokurov en general y su habitual búsqueda de enrarecimiento a través de una construcción anamórfica de sus imágenes, que por momentos postula una distorsión en la mímesis mecánica entre lo real y el lente de registro; en Sokurov, el cineasta no debe imitar la naturaleza, más bien debe alterar estéticamente el orden de la naturaleza de los objetos y sujetos; y en tercer lugar el cine contemporáneo industrial: hay algo en