dulce hogar! [1998]. Dijiste que trabajan mucho
de antemano, en la preparación. Al momento de la
filmación, ¿qué tanta repetición hay? ¿Dejás lugar
a cierta improvisación?
OI: Para mí hay una regla: no me gustan los primeros planos. No me gustan porque implican una
intimidad con ese ser humano que está actuando
otro papel, y quien ve comprende más al ser
humano que al personaje. En segundo lugar no me
gusta el primer plano porque se ve todo, se ve que
el actor está mintiendo. El actor está obligado a
mentir, su oficio es mentir de la manera más
apropiada, pero algunas personas lo notan. Prefiero que haya cierta distancia, que estén un poco
lejos. Me gusta porque se desplazan, se dan la
espalda, se sientan, a lo mejor uno le cede el lugar
a la señora, se escapa, andan en moto, son ladrones, todo lo que quieras, todo desde un poco lejos,
pero tampoco tanto porque sino ya no se ve nada.
En cuanto a la composición, trato de equilibrar los
planos, odio filmar a alguien desde abajo y
también odio filmarlo aplastado, desde arriba. No
me gusta el movimiento no calculado y caótico, ni
cuando uno ve la manera en que eso fue filmado.
Tampoco cuando el espectador no lee el texto de la
puesta en escena: la puesta en escena para mí es un
texto. Y también hay que recordar que el cine es
movie, viene de kine, es el movimiento del cuadro,
en absoluto una fotografía en la que hay que hacer
una composición como calculaba por ejemplo
Diego Rivera. No, tiene que ver con el movimiento
y en el movimiento las cosas cambian y a uno se le
olvida la belleza de tal o cuál plano.
Público: Soy una fanática del cine mudo y me
pregunto si eso seguirá existiendo. Entendí que
usted también es un adepto. Entonces, ¿por qué no
continuar haciendo cine mudo?
OI: Le voy a explicar. Aquí hablábamos de la
censura. La peor censura que existe en el mundo es
el público. El público es el censor más terrible. Y
el productor es esclavo del público. Y el que financia las películas también es esclavo del público. Si
el cine se ha vuelto comercial no es mi culpa. Si
hay un dos por ciento de la gente que va a ver
verdadero cine ya está bien, pero ni siquiera está
ese dos por ciento, porque la gente que tiene el
corazón en su lugar y la cabeza donde hace falta ya