Cinéfilo 16 - Marzo 2014 | Page 33

idea, hay un relato, hay una historia, un conjunto de palabras; y luego hay una realidad con la que uno trata de establecer algún diálogo. Yo me pregunté mucho haciendo El rostro si había algún cupo de belleza que surja fundamentalmente del contacto directo con las cosas. Un belleza que no sea decorativa, no sea la de la postal, sino que sea como los destellos de la vida, siempre impura, sucia… Ese contacto con el mundo, con el objeto, de lo mirado vuelto a mirar y resignificado en un conjunto de imágenes. Con el montaje ese objeto se resignifica. Hay una tensión que luego el montaje entre esas operaciones hace que la imagen ya no sea más esa imagen en sí misma, sino que está atravesada por lo que las otras imágenes le van donando. Un poco ocurren esas dos operaciones: una operación de mirada, que entiende que nunca filmamos el objeto; y por otro lado una operación de puesta en montaje, que hace que todos esos elementos se abismen en alguna dirección. ¿Y cómo pensás el tiempo y el sonido, sobre todo en esta operación de la puesta en montaje? El tiempo es interesantísimo, porque el cine es tiempo, es construcción de tiempo. El cine tiene estas capacidades sorprendentes de generar nuevos tiempos, de armar presentes que nunca son, o no coinciden demasiado con lo que entendemos por presente. Salvo con lo que podemos entender como un presente en la subjetividad absoluta, esos momentos en que uno está sentado en el sillón de su casa, y en tres minutos puede derivar por las cuentas importantes de su vida, sus emociones; es decir, esos movimientos del pensamiento, esas derivas de la memoria, esas derivas del sueño. El cine tiene de algún modo, lo sabemos desde sus principios, la posibilidad de esta deriva, donde el presente es siempre algo mucho más complejo y más enriquecido que el presente objetivo. Esto me pareció siempre una experiencia. Por eso el cine para mí está ligado a una experiencia, que en principio ocurrió en la vida y que de algún modo la película intenta recuperar. El sonido es parte de la misma operación, es decir: a mí me parece que el cine, desde sus recursos narrativos, técnicos y demás aporta significados y sentidos que, de vuelta, no son estrictamente literales. Yo creo que El rostro es lo que es porque fue filmada en 16 mm y Súper-8. No es la misma película, aunque cada plano sea exactamente el mismo, que si estuviera filmada en digital. Estoy seguro de que hay algo en los materiales, en los matic