Cinéfilo 16 - Marzo 2014 | Page 19

rangonarlo de ninguna manera a Caravaggio o a Wittgenstein, ambos de Derek Jarman, porque no se trata del biopic torturado o imaginativo de una figura central en la pintura de Occidente o de un filósofo esencial en el pensamiento de Occidente; los personajes de El desconocido del lago son o fueron vendedores de frutas, taladores de árboles, inspectores de policía, o no se sabe jamás qué cosa. Tampoco a Poison, de Todd Haynes, con su ironía sensacionalista y su terror científico y su sexualidad carcelaria; y la impronta escritural de Jean Genet. Y por último, para terminar con este juego del no es esto o no se trata de aquéllo, pero para citar un caso paradigmático, el film de Giraudie se encuentra en las antípodas de Cruising, de William Friedkin, con su lóbrego retrato de un submundo aun más sombrío y la desmesura actoral de Al Pacino, que seguramente, fuera de la ficción, pasó meses y meses en los bares gay para, finalmente en la ficción, convencernos de que si se pasa demasiado tiempo en un ambiente, cualquiera sea éste y cualquier cosa que se esté haciendo ahí, uno termina por formar parte de ese ambiente; y encima termina por gustarle. Entonces, sin tratados de ningún tipo ni militancias de cualquier tipo, resulta bastante fácil enumerar lo que no se debe buscar en El desconocido del lago, y mucho más sencillo sugerir lo que no es: ni tesis ni personalidades ni transformaciones camaleónicas y mucho menos un new new queer cinema. Pero sí una sencillez casi apabullante. En un solo espacio, en sólo diez movimientos, y con tan sólo unos pocos personajes Guiraudie construye una estructura fascinante. Claro que ese espacio queda siempre en el afuera y se encuentra dividido en, a saber: un lugar donde se estacionan los autos, un bosque, una playa, un lago. Claro que los autos pertenecen todos a hombres que son gay y claro que en el bosque es donde se encuentran para tener relaciones sexuales o masturbarse solitariamente o ejercer de voyeur pero también donde ocurren dos asesinatos. Y claro que la playa es el lugar de levante pero también donde se forjan los afectos. Y claro que el lago es el lugar donde se nada pero también donde ocurre un asesinato que trastocará un film que comienza plácidamente con un encuentro despojado de cualquier otra consideración que no sea la de una amistad. Los movimientos, capítulos, entradas, o como se los quiera llamar, no corresponden exactamente a una sucesión de días específicos, son la forma de la repetición del film, comienzan siempre durante el día con una panorámica del lugar donde se estacionan los autos —más exactamente el lugar donde un sólo personaje estaciona su auto— y terminan siempre durante la noche con el plano de un automóvil desandando un camino nunca visto. No siempre es así, un día vemos al personaje, el único al que siempre vemos estacionar su auto, directa