C(h)arácter Vol 3 September-October 2013 | Page 68

C(H)ARÁCTER sus puestos y que por la situación económica no los podía emplear en otra empresa. Estos salieron furiosos, y al día siguiente encontró todas las paredes de la fábrica pintadas con letreros en donde lo llamaban ladrón y lo amenazaban a él y a su familia. Semejante día tan terrible hizo que el Señor Soft se encerrara en su casa durante una semana, sin querer hablar con nadie, sin salir del miedo que le daba que lo atacaran, y dedicándose como nunca a sus pinturas, sus peces y sus cuentas. Buscaba con desesperación alguna fórmula para salvar su empresa, y el agotamiento que todo esto le produjo lo llevó a contraer una terrible gripa, que hacia que no pudiera respirar bien. Con su esposa ni se hablaba, se cruzaban a la hora de la cena sin intercambiar casi palabras, y ella dormía en la otra habitación para no contagiarse con la influenza. Felipe era su único consuelo, quien hablaba con él, le curaba el dedo infectado y lo consolaba en su tristeza. Poco a poco se fue calmando y aunque su gripa no pasaba y su dedo cortado se había infectado y ahora tenía una ampolla espantosa, decidió, con los consejos de Felipe, reconciliarse con su esposa. Una semana después invitó a Maya a comer, y cuando se iban a ir aproximadamente a las seis, el Señor Soft tuvo que detenerse a mitad del camino y dijo que regresaría muy rápido porque se le había olvidado darle de comer a sus peces. La reservación era a las seis y veinte, en el restaurante favorito del Señor Soft, a solo 1 0 cuadras de su residencia, pero como ya era Semana Santa y había mucho tráfico tenían que salir con anticipación. Apenas llegaron a tiempo para la reservación. Decidieron ir temprano para que el frío de la noche no le hiciera más daño a la ya delicada salud de Señor Soft. Este primero pidió el mejor vino que tenían en el restaurante y luego pidió también el plato especial de la casa llamado “Camarones c’est magnifique”, plato que siempre pedía, pues su salsa le encantaba y a veces, mientras nadie lo miraba se la comía sola a cucharaditas, como un niño chiquito. Maya por su parte pidió un arroz chino con camarones, pollo y carne. Mientras traían la cena, el Señor Soft sufrió un terrible ataque de tos con flema y tuvo que retirarse al baño. Mientras tanto su esposa se quedó en la mesa, sacó maquillaje de su cartera arreglándose y cuando llegó la comida aprovechó para echarle la salsa a los camarones. El Señor Soft volvió bastante congestionado del baño y respirando mal. Maya le insistió en que comiera un poco y se fueran a casa, y él, queriendo complacerla, dio un par de bocados a su plato, pero después de dos o tres minutos el Señor Soft tomó una gran bocanada de aire como ahogándose, y cayó en un sueño infinito mientras rebotaba contra el piso sin que nadie pudiera hacer algo.. La Señora Soft horrorizada al ver la escena llamó a Felipe al instante, mientras del restaurante llamaban a la ambulancia. Felipe que estaba cerca en casa llegó muy rápidamente. Al tiempo con los de la unidad de rescate, sin embargo ya era demasiado tarde. Su padre estaba muerto. No valió ninguna estrategia para resucitarlo. Felipe entonces empezó a gritar desesperado exigiendo que la policía investigara si su padre había fallecido por causas naturales, pues aunque había estado enfermo él no creía que pudiera morir así tan de repente e hizo que todos se alejaran de la mesa, acercándose a mirar los alimentos que consumió su padre, y gritando que estos se veían raros. No paraba de gritar y manotear, mientras en sus manos relucían unos elegantes guantes de piel de ante. . 68