Caza ilegal de ballenas Caza ilegal | Page 8

1) No es necesario matar ballenas para su estudio

Desde 1986, fecha en que se estableció la moratoria en la caza de ballenas, más de 16.000 ballenas han sido abatidas bajo el amparo de la «caza científica», un permiso especial de la Convención Internacional para la Regulación de la Caza de Ballenas (ICRW) que permite la muerte de estos animales para su estudio.

Esta disposición, con más de 60 años de antigüedad, se añadió en una época en la que no existían otras alternativas y la muerte era el único modo de obtener valiosos datos biológicos de estos mamíferos. Sin embargo, ahora existen numerosas técnicas no letales con los que la ciencia puede estudiar a las ballenas. Se evita, así, que ciertos países como Norugea o Japón recurran a esta excusa para llenar de carne los supermercados, explica WWF.

La carne de ballena ya no es parte de la dieta de japoneses y noruegos

En Japón la demanda de carne de ballena ha descendido de 4.000 a 1.500 yenes/kilo en una década. Sin embargo, los altos subsidios a esta industria permiten que se siga capturando el mismo número de ejemplares, según sostienen WWF en «Economics of Whaling».

Los pequeños cetáceos son los más perjudicados

WWF está preocupado porque las limitaciones a la caza de grandes ballenas a países como Japón puede suponer una mayor presión a las poblaciones de pequeños cetáceos, como delfines, calderones, marsopas. Tras la moratoria de 1986, que prohibía la caza comercial de grandes cetáceos, se cuadruplicó el número de muertes de la Marsopa de Dall, en las aguas costeras de Japón.

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