BRUJULA CIUDADANA Inseguridad y corrupción ¡YA BASTA! | Page 40
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La pregunta entonces es: ¿Por qué se instaura
como parte central del discurso político el
concepto de “coordinación”, siendo que ésta
se encuentra ya debidamente plasmada en
nuestros ordenamientos jurídicos como una
obligación legal? Parecería más bien que el
gobierno federal construyó un eslogan el cual,
por sí mismo, no sustituye una responsabili-
dad compleja que incluye la modernización de
las instituciones responsables de la seguridad
pública en los tres órdenes de gobierno, y
enfrentar a la criminalidad con capacidades
crecientes de investigación, inteligencia y
operación.
A pesar de errores e insuficiencias, ya había
un camino recorrido. Durante la presidencia
de Vicente Fox se creó la Secretaría de Se-
guridad Pública, la cual absorbió a la Policía
Federal Preventiva, misma que, en el sexenio
del presidente Felipe Calderón, se trasformó
en la Policía Federal. Fue en esos años que se
dio, tanto un importante crecimiento cuanti-
tativo, pasando de 12 mil a 36 mil elementos,
como una evidente evolución cualitativa,
basado en un modelo de operación policial,
sustentado en el ciclo de inteligencia; es decir,
en la planeación, el acopio de información,
su análisis para la generación de inteligencia
y la operación policial para explotar dicha
inteligencia y generar nuevos ciclos sucesivos.
Fue en ese entonces cuando se construyó,
además, un sistema de interconexión y aco-
pio de información a nivel nacional a través
de Plataforma México.
¿Qué ha pasado este sexenio?
La misión de supervisión del desarrollo
policial a cargo del Secretariado Ejecutivo
del Sistema Nacional de Seguridad Pública,
también dependiente de la SEGOB, quedó
trunca. Cualquier mirada, aunque sea superfi-
cial, al estado que guardan las corporaciones
estatales de policía da cuenta del deplorable
estado en que se encuentran. No es extraño
encontrar evidencia de manejos irregulares,
incumplimiento de metas o subejercicio de
recursos en varios estados, y nunca ha ha-
bido acciones para establecer correctivos
ni sanciones. Mientras tanto, los policías
cumplen jornadas laborales frecuentemente
irracionales y perciben salarios insuficientes;
muchos no reciben las prestaciones sociales
mínimas, como un seguro de vida o fondo
de pensión o de vivienda; hay policías que
tienen que pagar por sus uniformes, mu-
niciones, o la reparación de las patrullas;
muchos no cuentan con equipo adecuado;
hay cuerpos de policía que durante muchos
años no han otorgado promociones o que
incluso no cuentan siquiera con una carrera
de policía digna del nombre. En cuanto a la
profesionalización, nuestros policías reciben
escasa capacitación pues, aun cuando se les