Brújula Ciudadana 95
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Para el 2012 se repitió el experimento del voto postal y se volvió a insistir en que fuera por
“correo certificado”, una medida de seguridad, basada en el alto grado de desconfianza que es
característico de los partidos políticos, en todas sus versiones.
pero mostraron la cruda realidad de que no
tiene razón de ser el voto, si no se puede
obtener la credencial en el exterior. Algo
que es connatural a cualquier consulado
de otro país latinoamericano, que puede
emitir documentos oficiales de identidad,
menos México.
Aparte de la natural desconfianza de los parti-
dos políticos en torno a cualquier innovación
en el procedimiento electoral, se aducía que
algunos cónsules podían ser parciales. Lo que
podría ser, eventualmente, en el caso de los
puestos de consolación que se otorgan a
políticos en desgracia o jubilados. Cerca de
un tercio de los cónsules en Estados Unidos
son designados por criterios políticos. Cier-
tamente no se les puede achacar este bulo a
los funcionarios de carrera. En todo caso, en
todos los países del mundo, que tienen voto
en el exterior, el trámite se organiza, en todo
o en parte, por medio de los funcionarios
consulares.
Ese era uno de los asuntos que se debía
negociar, una vez aprobada por el congreso
la credencialización en el exterior. Y se ha
tenido que llegar a sendos acuerdos entre la
Secretaría de Relaciones Exteriores y el INE,
ya que la SRE se ampara en que no puede
otorgar credenciales para votar por ser un
asunto que le competía. La SRE puede emitir
pasaportes, matrículas consulares, actas de
nacionalidad, poderes, etc., pero no podía
tocar con sus manos la “joya de la corona”
de los partidos y del INE, que es la credencial