BRUJULA CIUDADANA El voto exterior 2018 | Page 25

2. M itos y realidades sobre la votación desde el extranjero 23 Dreamers: ni desterrados ni apátridas Lo que los Dreamers no se han dado cuenta es que con su lucha han materializado un debate otrora utópico, el de la ciudadanía trasnacional realmente en activo. Su ejercicio político ante Estados Unidos juega en las claves y normas de ese país, ahí es su lucha. Pero la realidad de la deportación de miles, la eminente deportación de otros tantos más y el siempre posible resultado fatal de tener que volver al país que no eligieron pero donde está su “ombligo” de nacimiento, México -de donde son 650 mil de los 800 mil jóvenes con este estatus-, implica que llegó la hora en que se atrevan a ver un poco más arriba de la polvareda en que se da la disputa electorera de su futuro. Que vuelen alto y vean que las fronteras, como ellos mismos lo han demostrado, son marcas absoluta- mente irracionales, puestas ahí a modo y por imposiciones históricas. Que son geografías arbitrarias que no deben definir el destino de cada uno. Llegó el momento de que se rebelen contra la condición de personas sin derechos, sin documentos, sin papeles, de ser tratados como no ciudadanos. Son ciu- dadanos y tienen un As bajo la manga, una ciudadanía que es imperdible y que más allá de insistir en conseguir su objetivo final, si la reforma migratoria llega algún día y Trump no tuitea algo que aniquile sus ilusiones, tienen la posibilidad de ejercer derechos, de exigir a políticos que los han olvidado, que de hecho ni los consideran parte de su mapa electoral mexicano, de poner a prueba lo que dicen que han aprendido de la cultura política del país que respetan que repite incansablemen- te, “If you don´t vote, you don´t exist”. No son unos desterrados, no son apátridas, son ciudadanos mexicanos y pueden ejercer esa condición. No sólo en la parte simbólica y de ternura amorosa hacia las partes buenas que les han dicho que es su país de origen. Pueden votar, ejercer su opción, hacerse visibles a los ojos de políticos mezquinos que lo único que quieren es que sus padres sigan mandando remesas y los que puedan resuelvan su situación migratoria y “se queden allá”. Tan es así que este tema tan sensible para millones de mexicanos radicados en Estados Uni- dos desde la era Obama, solo se volvió tema de interés amplio en México porque Trump lo hizo visible con su bravuconería. Nunca antes fue importante más allá de algunos círculos de expertos.