BRUJULA CIUDADANA El rumbo del federalismo | Page 6
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a otras partes del país requeriría un monto
de 125,000 millones de pesos en promedio
para obras de construcción, equipos, siste-
mas, mobiliario y mudanza, más otros 22,805
millones de pesos para estudios y evaluación
de las dependencias.
A pesar de lo anterior, descentralizar la ac-
tividad del gobierno, como se menciona en
el proyecto, coadyuvaría a una reactivación
económica para la generación de empleo en
los estados, además de contribuir a una mejor
gestión de trámites administrativos y facilitar
la operación de las Secretarías de Estado.
Para ello, es pertinente impulsar una cam-
paña que destaque los aspectos positivos
que habrán de implicar la austeridad y la
descentralización a través de un redimen-
sionamiento del papel del Estado y de las
formas de ejercer el poder en los estados,
pues la presencia de los dos niveles de go-
bierno puede beneficiar a la ciudadanía, al
forzar a los gobiernos a colaborar de manera
conjunta para implementar no sólo servicios
públicos en cantidad y calidad, sino también
en la construcción de políticas públicas que
estén en sintonía con las necesidades y ex-
pectativas de la sociedad, y en la que ésta
sea una activa partícipe.
Este es un esbozo de las expectativas ciuda-
danas por un régimen donde se respire una
nueva ética pública y también donde prime la
cero tolerancia a las prácticas perversas del
antiguo régimen político, e insistimos: no al
reparto del pastel y sí construir el interés pú-
blico; no a los moches y sí al uso transparente
de recursos públicos y la consolidación de la
rendición de cuentas; no al uso personal de
los recursos públicos y sí a la vigilancia, obliga-
damente ciudadana, de los recursos públicos.
La fuerza lograda de esta elección es una oportunidad para construir las nuevas bases
de un régimen político que esté al servicio de la mayoría y permita edificar una nueva
generación que asuma el reto de reforzar la confianza hacia las instituciones y donde el
Estado de derecho sea una realidad cotidiana. Ello requiere de la ciudadanía un ímpetu
transformador que obliga a derribar las reminiscencias del pasado, y repensar un proyecto
de Nación incluyente y con perspectiva para comprender el presente y pensar el futuro
que no debe prescindir de la lucha por la igualdad social.