BRUJULA CIUDADANA El rumbo del federalismo | Page 13
1) E volución
del federalismo y los retos para el cambio
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Entonces la historia es muy simple. Los
gobiernos de los estados (y en cierta me-
dida los municipios) han gozado de una
bonanza fiscal espectacular. No sólo tienen
más participaciones federales que hace 25
años (y casi siempre un aumento neto de
los fondos por ese concepto cada año),
sino también recursos vía las aportaciones
que, si bien están etiquetados y reglamen-
tados para su uso por el gobierno federal,
son con frecuencia utilizados de manera
discrecional y poco transparente por los
gobiernos estatales. La mayor parte de
los recursos de los ramos 28 y 33 en el
presupuesto federal se reparten median-
te fórmulas matemáticas que dejan poca
discreción al Presidente sobre quién recibe
más o menos fondos.
La creación de un buen mecanismo para controlar a los
gobernadores
Los delegados federales presumiblemente tendrán autoridad sobre la asig-
nación de recursos a proyectos específicos y la priorización de iniciativas
federales que puedan ser financiadas mediante aportaciones. Pero no podrán
controlar las participaciones federales, ni tampoco podrán asignar entre los
estados mayores o menores recursos según favores o prebendas. La au-
toridad de los delegados no provendrá de cobrar impuestos, pues esto lo
hace la burocracia central de la Secretaría de Hacienda. Y hay que recordar
que nuestro sistema de federalismo fiscal está, a diferencia por ejemplo de
Argentina, altamente regulado. Cualquier cambio al sistema de coordinación
fiscal, sus fórmulas de asignación o los mecanismos de reparto, dependería
de las fracciones estatales (es decir, no simplemente de las mayorías legis-
lativas partidistas, sino de los intereses defendidos por los diputados como
representantes de sus entidades) dentro de la Cámara de Diputados.
Regresando entonces a los sátrapas, la pregunta que debemos hacernos
no es si los delegados federales pueden permitir que Andrés Manuel López
Obrador se vuelva un Darío autoritario, sino si podemos crear un buen me-
canismo para controlar a los gobernadores. Los Congresos locales parecen
tener poca capacidad para poner contrapesos. Los poderes judiciales esta-