La Fe y el deseo
de seguir viviendo,
una experiencia
que quiero compartir
Por Gloria Toro
S
on ya más de 11 años
de haber pasado el
gran susto de mi vida.
El 1° de Julio del año 2007
un evento cerebro vascular
me tuvo en una situación muy grave de
salud, cuya mayor consecuencia fue la
pérdida total del lenguaje e inicialmente
algunos problemas de movilidad y memoria.
Tener la certeza de lo que quieres decir, pero
no tener idea de cómo decirlo fue la
experiencia más difícil que tuve que
afrontar, pero desde el mismo momento del
evento sentí que Dios me había dado otra
oportunidad y por tanto mi recuperación
dependía en gran medida de mí.
Hoy digo con certeza que la fe en Dios fue mi
mayor fortaleza, pero mis deseos de
recuperación me llevaron a que en muy
poco tiempo recuperara el lenguaje, tuve
que aprender a hablar no porque no pudiera
hacerlo sino porque no tenía idea de cómo
se decían las cosas. Fue un aprendizaje total
pero mi deseo de recuperación era superior
a cualquier dificultad.
Pasados 9 años del primer evento, es decir
hace 2, por un descuido no tomé el
anticoagulante y me repite,
afortunadamente esta vez, sin mayores
consecuencias, pero…. pareciera algo
providencial!!!! Me atendió una joven
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Boletín No. 40 / Diciembre de 2018
cardióloga, quien en los 8 días que estuve en
la clínica me realizó cualquier cantidad de
exámenes que le permitieron concluir que la
ciencia podría estar a mi favor. Me
recomendó la implantación de un “re
sincronizador cardíaco con desfibrilador”, y
a los 8 días nuevamente estaba en la clínica
para la implantación de un pequeño aparato
en mi pecho que me cambió la vida.
Hoy Dios, la ciencia y mi verraquera me
permiten decir que me siento mejor que a
los 50. Seguramente Dios puso en mi camino
a esa joven cardióloga. Mi deseo de seguir
disfrutando ésta bella vida, me ayudó a
recuperar todas mis facultades y a sentir que
hoy, a mis casi 65 años, me siento mejor que
nunca, espero dar guerra muchos años más
en compañía de esta gran familia ASOPEN.
Las palabras en la historia
Boletín
Por Álvaro Jiménez Guzmán
Los Boletines Oficiales
son los grandes
desconocidos, sobre todo
los de las provincias. Sin
embargo, hubo un
momento, en el siglo XIX,
que desempeñaban
labores informativas: reflejaban las
crónicas oficiales, hacían públicas
gestiones de políticos.
Su historia está impregnada por la
evolución de las artes gráficas, es decir, las
técnicas de impresión de revistas y libros.
Su forma artesanal de trabajo implicaba
mucha creación. Su número de páginas
crecía en la medida en que los elementos
té c n i c o s l o p e r m i t í a n . C o n u n a
composición tipográfica a base de ir
construyendo frases tipo a tipo (letra a
letra, tipos móviles), extraídos de las cajas
o armazón de madera, que entraban a
formar parte de la “galera” (plancha de
hierro guarnecida en sus tres lados) donde
se montaban todas las partes de una o
varias páginas (de prueba) para ajustarlas
luego a la máquina de imprimir. Con estos
elementos solo se hacía un Boletín de
cuatro páginas.
permitió avanzar un poco más la
cantidad de páginas de un Boletín.
Y el verdadero avance llegó con la
“fotocomposición” (componer
páginas de texto a partir de matrices
fotográficas) y con la utilización de la
impresión “offset”. Este beneficio se
robusteció con la entrada de la
informática a finales de los años
noventa. Y en los comienzos del siglo
XXI, la utilización de los sistemas
telemáticos más completos se
avanzó en la elaboración de
Boletines con un número ilimitado
de páginas.
Al Boletín ASOPEN le correspondió
en suerte esta etapa avanzada de la
tecnología de sistemas electrónicos.
Su especial diseño y diagramación lo
hacen una verdadera obra de arte
para la recreación de sus asociados.
“Las consideraciones hacen de un
noble un cautivo”, de acuerdo con un
viejo proverbio de África Negra.
Nuestro Boletín por ser un ejemplar
noble lo hace cautivo de los lectores
de ASOPEN.
Pero con la llegada de la “linotipia”
(máquina que agiliza y mecaniza el
proceso de composición de un texto),
Asociación de Pensionados ASOPEN
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