Blablerías Nº 21 - Abril 2017 | Page 6

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Cuentos

Gusto en conocerte

—Leo Avilés —dijo él extendiéndole la mano.

"Leo a Billaise” escuchó ella sin entender cómo podía él exhibirse de tal manera en este primer acercamiento. Sin falsas modestias ni rodeos para insertar la cita clave, él se pavoneaba en su lectura de Billaise. No llegó a preguntarle a ella si lo leía. ¿Lo sobreentendía? ¿O elegía esta tajante tarjeta de presentación para evitar inútiles regodeos intelectuales? Su poder de síntesis era, entonces, sublime. Indicar que leía a Billaise era porque estaba en comunión con sus ideas y, al compartir tal intimidad, ponía en claro que esperaba de ella, todo. Fuera quien fuera el tal Billaise.

Con el último vistazo al archivo enciclopédico de sus lecturas, en busca de un solo título del autor francés (¿o sería belga?), ella estrechó su mano y decidió dejarse ser.

—Zoila Lucila Cueva —dijo mientras se fundía en ese apretón.

“Soy la luz y la cueva” escuchó él sin poder evitar el asombro ante esa mujer que, sin rodeos, se entregaba en esa síntesis eróticamente metafórica, lumínicamente predestinada.

Ella era la mujer que siempre había querido que le presentaran.

Teas

Encontró de noche, bajo su cama de mujer sola, un fósforo nuevecito, puro. Sin urgencias, buscó una superficie donde rozarlo y volverlo chispa, luz, tea. Lo apoyó sobre el respaldo de madera tallada de su cama, lo deslizó con energía; la cabeza roja permaneció virgen y su cabellera se soltó con el inútil impulso.

Contra el mármol de la mesita de noche heredada, repitió –estéril- la escena. Contra las sábanas aún sin estrenar sudores, contra el algodón trémulo de su camisón sin mangas, contra el vello sedoso y sediento de sus brazos y piernas, contra el hueco inexplorado de su ombligo.

Así siguió su viaje el fósforo.

Solamente supo de su fugaz destino luminoso, cuando reconoció los húmedos labios de esa mujer intacta.

de Stella Maris García

Aprender a volar

por Patricia Sosa