Blablerías Nº 21 - Abril 2017 | Page 20

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Narración

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Los cuentos de hadas

El psicoanalista Bruno Bettelheim fue prisionero de los nazis y logró sobrevivir en los campos de concentración. Trabajó con niños con problemas, en especial con autismo. Desarrolló interesantes ideas acerca de la educación y en este contexto estudió los cuentos de hadas. Examinó los más populares de la literatura occidental: Caperucita Roja, Cenicienta, Blancanieves, etc.; resaltó su función liberadora y formativa, ya que los niños pueden identificarse con personajes que pasan por situaciones difíciles y hasta crueles (como en la vida misma), pero luego de muchas aventuras y trabajos alcanzan un final reparador.

Una de las funciones de los cuentos es ayudar a encontrar sentido a la existencia que, a su vez, es uno de los desafíos del ser humano. En los niños, esta potencialidad se va desarrollando lentamente a través de su crecimiento.

Los cuentos son trasmisores de la herencia cultural. Y no solo tienen la función de entretener sino también de facilitar el acceso a un sentido más profundo de acuerdo con las etapas de desarrollo. Para que las historias mantengan el interés del niño, deben excitar su curiosidad, ayudarle a ordenar sus emociones. Deben estar de acuerdo con sus miedos y ansiedades y no negarlos torpemente porque, desde el adulto, no tengan un sentido racional. También es necesario que estimulen la imaginación, evitando las moralejas fáciles de las fábulas, donde se dice qué es lo que se debe hacer y lo que no. Los cuentos de hadas cumplen con estos requisitos y, como en toda obra de arte, las soluciones no son expresadas explícitamente. Debe encontrarlas el niño, a través de la identificación con personajes que vivencian sus mismas dificultades y logran superarlas con inteligencia, empuje y valor.

Los cuentos populares de hadas se han conservado a través de los tiempos y han atravesado geografías porque son portadores de una verdad profunda que ayuda a los niños en el encuentro consigo mismos. Los cuentos de hadas aportan al consciente, preconsciente e inconsciente de la personalidad, tanto a la parte intelectual como a la ética, y ayudan a poner en orden la tumultuosa casa de las emociones.

Estas conclusiones de Bruno Bettelheim tienen que ver con la pregunta que él se hizo: ¿por qué estas historias interesan mucho más a los niños que otro tipo de literatura? Pues porque hablan de las fuertes pulsiones internas y ofrecen modelos de soluciones tanto temporarias como permanentes.

Tanto en el niño como en el adulto, el inconsciente es un poderoso determinante de su comportamiento. Si se permite a la conciencia acceder a este material para ser elaborado por la imaginación, su potencial, nocivo para los demás o para uno mismo, cede y puede usarse positivamente. Para esto sirven estos cuentos, ya que ofrecen a la imaginación del niño nuevas dimensiones a las que le resultaría imposible llegar solo. La forma y la estructura de los cuentos de hadas sugieren imágenes que le permiten estructurar sus ensueños y su vida.

Muchos padres creen que lo mejor es alejar a sus hijos de los costados dolorosos de la vida y de las caóticas y violentas fantasías infantiles. Pero, dado que estas existen y que la vida tiene aspectos terribles, es preciso darles las armas para que puedan simbolizar esas situaciones. Es importante que sean los padres los que les lean, acompañándolos por esa conflictiva interior que se despliega en los cuentos. Los chicos encontrarán los más representativos para las situaciones que atraviesan, y los dejarán por otros cuando esos avatares estén superados.