Blablerías Nº 21 - Abril 2017 | Page 13

caso grave en el que habían sido víctimas niños y niñas de un instituto de menores. La comunidad entera había querido linchar al responsable. La propuesta era transformar la necesidad de hacer justicia por mano propia, exigir la acción de las entidades responsables y fomentar un espacio de palabra en un momento donde la vergüenza y el miedo en general protegen al perverso delincuente. Primero circulaban los cuentos; luego Delia, personaje representado por Silvita, esgrimiendo que había perdido la memoria, solicitaba ayuda para contar una historia. Todos aportaban y, con el accionar de psicólogos y trabajadores sociales,, se registraba y se trabajaba luego sobre esos relatos, deconstruyendo una realidad que parecía inmodificable pero que lentamente se corría hacia espacios más saludables.

Ese día nació un cuento comunitario.

*En La Serranita se llevaron adelante cuatro años de intervenciones con Becas de Extensión Universitaria desde la Facultad de Psicología. Las becarias trabajan todo el año. En el marco del Diagnóstico local de salud, realizaron un relevamiento de los problemas “sentidos” por la comunidad. Y digo “sentidos” porque no es infrecuente que los equipos de trabajo aborden problemas diagnosticados desde un escritorio. Y eso “rasca donde no pica”, como dice Eduardo Galeano. Las estudiantes escuchaban del aburrimiento de los adultos mayores, de sus largos inviernos encerrados en los pequeños espacios que podían calefaccionar en sus hogares con leña o kerosene porque no tienen gas natural, de sus silencios que desaparecían con ellas para transformarse en relatos interminables. Es por eso que propusimos rescatar esas historias y compartirlas con los narradores que vendrían a participar del Festival Internacional Narrapalabra (cuya directora es Alejandra Oliver Gulle). Los profesionales de la palabra tomaron esto y adaptaron sus cuentos, para poner en escena lo que se recuperó tras largas mateadas.

Ese año los narradores pusieron en valor la palabra de los adultos mayores de La Serranita, embellecieron e hicieron visible todo esto para poder recordarlo.

Hay más fotos, pero mejor sería que se acercaran, que vinieran con el tiempo suficiente como para que otras personas les cuenten todo esto, para que se escuche la otra cara de la historia.

Es el día a día, son los Festivales y los encuentros con la comunidad, los amigos incondicionales, las estrategias alocadas, la falta de rutina… Es todo eso lo que permite a una médica generalista ser tan feliz con lo que hace.

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