Blablerías Nº 20 - Enero 2017 | Page 19

de Laura Finger

Narración

para leer

LA PAUSA

Cronología de un viaje en taxi

* 19

Viernes 21 de octubre a las 17.00.

Parada del colectivo 96 en Caballito.

Bolso al hombro y pasaje a Rauch en la cartera, espero el bondi que me llevará a la terminal de micros de Liniers.

Colectivo que no llega.

Micro que sale de Liniers a Rauch a las 18.25.

A las 17.20 sigo esperando el 96 en Caballito.

Desisto.

Saco cuentas de los minutos y segundos que faltan para que salga el micro y de los billetes y monedas que tengo en la billetera.

Maldigo al 96.

Decido:

—¡Taxi!

Subo.

—A la terminal de micros de Liniers, por favor.

—¿Se va a Necochea?

Expresión interna mía: ¿¿¿¿????

—No, a Rauch, a trabajar.

—Uh, ¡qué lástima que sea por trabajo!

—No... A mí me gusta mucho mi trabajo y estoy contenta por viajar para eso.

El hombre me mira por el espejo retrovisor:

—¿A qué se dedica?

—Cuento cuentos.

El hombre profundiza la mirada en el espejo

—Nunca conocí a alguien que se dedicara a eso... salvo a Landriscina

-Ah, pero usted me habla de un maestro.

El hombre sonríe.

Me cuenta que es del mismo pueblo que don Luis. Que su hermano mayor era de la barra de amigos. Que Luis empezó contando cuentos en las escuelas. Para foguearse, ¿vio? Y que después se metió en las peñas. Para que lo conocieran. Que un día, en un evento, contó dos cuentos. Los del Rosadito Verdoso, ¿conoce?

—Y después recitó un Poema a las maestras. Uno de los organizadores desconfió y hasta comentó la osadía de que un humorista quisiera hacer algo serio. Pero cuando Luis terminó, al tipo y a todo el público se le caían las lágrimas.

El hombre me mira por el espejo y yo le digo:

—Es que Landriscina tiene un decir que envuelve...

—La pausa, señora, la pausa. Porque no hay que ser arrebatado... Y en la pausa, el que escucha puede imaginar todo lo que el otro le está contando.

Llego a la terminal de Liniers y bendigo al 96.