Narración
para leer
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Se estrenó una película, “La lista de Schindler”, que relataba algunas de las historias sucedidas durante el Holocausto, y muchas personas quisieron contar lo que habían vivido. Habían pasado mas de cincuenta años desde el término de la guerra, algunas heridas habían cicatrizado y hubo gente que decidió hablar para tratar de que la historia no se repitiera. Personalmente, me relacioné con grupos de sobrevivientes; nos reuníamos una vez al mes para contarnos lo que sabíamos, y así comenzamos a reconstruir el camino hecho por nuestras familias para llegar a la Argentina. Era una especie de rompecabezas que se iba armando de a poquito, y ¡qué maravilla cuando algunas fichitas se ubicaban en el lugar adecuado! Hace un par de años, supe el nombre del barco en el que habíamos zarpado de Marsella, el Groix, y descubrí quién era el
hombre rubio que aparecía
en fotos guardadas por mi
mamá: su hermano, del que
ella nunca hablaba y que se
había suicidado en Rusia
durante la guerra.
La historia me la contó
una de mis tías postizas
“de barco”, con la que me encontré por casualidad después de muchos años. Empecé a entender también algunas conductas de mis padres, el porqué de muchas angustias y miedos. Entendí que yo formaba parte de una generación de sobrevivientes e hijos de sobrevivientes del Holocausto con problemáticas parecidas. Con estas personas dimos vida a una asociación, Generaciones de la Shoá (Holocausto) en la Argentina, y gracias a nuestro trabajo y al invalorable aporte de un periodista argentino, Uki Goñi, logramos que el Gobierno Argentino derogara un decreto, la Circular No.11, promulgada por el Presidente Juan Domingo Perón y negada durante sesenta y siete años por el estado argentino. Por esta Circular secreta enviada por el gobierno argentino a sus embajadores en Europa, promulgada en el año 1938 y derogada en el 2005, se prohibió la entrada a la Argentina de los judíos que huían de Europa y, a causa de ella, familias enteras fueron devueltas a sus lugares de origen y muertas en los campos de concentración y exterminio.
A partir de 2001, coordino talleres con personas de la llamada “tercera edad”. El taller se llama “Tu historia cuenta” y tiene como objetivo la re significación y revalorización de historias personales. En ese primer año, todos los integrantes del taller fueron sobrevivientes del Holocausto y varios contaron su historia por primera vez, en un marco de contención y emoción. Algunos escribieron libros y los editaron, otros escribieron para sus hijos o lograron contarles lo que hasta ese momento no habían podido.
Y apareció también algo hermoso: la revalorización de la vida en los pueblitos europeos antes de la guerra, etapa que parecía haberse borrado junto con la memoria de los horrores sufridos.
Recoger los testimonios se transformó en una tarea vital para muchas personas. Reconstruir las pequeñas historias que forman la “gran historia” es una carrera contra el tiempo. Ahora esta tarea es urgente. La mayoría de los sobrevivientes son ya muy mayores, pero, por suerte, quieren contar. Y ahora hay quien quiere escuchar.