Blablerías Nº 18 - Julio 2016 | Page 16

* 16

de Betty Ferkel

FOTO

lleven una buena impresión. ¿Me entendiste?

Traté de rebelarme, dije mil veces que no, pero fue inútil. Papá hizo una cita con el fotógrafo y no admitió discusión alguna.

Dos horas estuvo mamá tratando de domar mi melena leonada y, como no pudo, me la sujetó con una ridícula vincha que yo jamás usaría. Ni siquiera así le parecí refinada, y me obligó a ponerme un vestido con encajes y su collar de perlas. Me miré al espejo y supe que ese era mi límite. Cuando mamá intentó que me pusiera sus brillantes botas charoladas con taco alto, estallé:

—¡Nunca, nunca, nunca voy a usar esas botas! ¡Nunca!

Y para que le quedara claro me puse mis alpargatas favoritas, las que usaba todas las tardes para trepar a los árboles. Ese mundo era el mío: sola, en medio de las ramas, sintiendo cómo el viento movía las hojas. Y cuanto más fuerte soplara, mejor.

Queda claro, ¿no? Esa persona seria, con la mirada casi triste y la cara apoyada en una mano aparentando indiferencia, no soy yo.

Si algún día me llegan a ver de veras los hermanos de papá, seguro que se van a sorprender.

¿Cómo podrían imaginarse viendo esa foto que a mí me divierte vivir? ¿Cómo podrían sospechar lo feliz que me hace ver la salida del sol, o correr descalza por la playa? O la risa que me da mirar los picaflores cuando juegan con las flores en el jardín. O la sonrisa de placer que me provoca el perfume del pan horneado inundando la casa.

Esas son las cosas que yo preciso para vivir.

Lástima que a papá y mamá todo les parece mal. Cuando mamá me ve corriendo descalza me dice que parezco una machona.

—¡Ya va siendo hora de que empieces a portarte como una señorita, nena!

Y no. ¡No quiero! Yo quiero seguir viviendo como hasta ahora.

No tengo por qué simular lo que no soy. Y eso es la foto: lo que no soy.

Por eso sentí crecer en mí un enojo incontrolable mientras el fotógrafo hacía su trabajo.

Cuando él terminó, yo estaba tan furiosa que me fui corriendo al dormitorio de mamá, me saqué el vestido , me arranqué la vincha, rompí a propósito su collar y reí a más no poder mientras las perlas y yo saltábamos descontroladas.

no quería sacarme esa foto. Me

obligaron. ¿Para qué sirve? Si esa ni

siquiera soy yo.

Papá quería que me la sacara para mandarla a Polonia, así sus hermanos podrían ver cómo soy.

—Te tienen que conocer y quiero que se

Yo

Cuento

para leer