Blablerías Nº 17 - Abril 2016 | Page 17

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Reflexión

para leer

Cuando comencé a contar cuentos sentí que me pasaba algo que no podía entender un hormigueo en el cuerpo; una sensación de vértigo; un vacío en el estómago; un corazón que se quería escapar del pecho; un momento mágico, pleno, casi orgásmico… En fin: no sé muy bien qué era. Quizás era una mezcla de todo eso que, aunque no podía explicar cómo ni por qué, me hacía sentir vivo, feliz, con una gran necesidad de gritarle al mundo que esto estaba muy bueno, tan bueno que tenía que compartirlo.

Ese momento mágico y pleno se transformó en una necesidad para mí, casi en una adicción. Ahora es el motor que me mueve a seguir leyendo, a buscar historias, a apropiarme de ellas, a vivirlas con intensidad y a compartirlas de ese mismo modo.

Intentaré explicar esto que me pasa.

¿Recuerdan la historia de Galeano: “El mundo es eso. Un montón de gente, un mar de fueguitos.”?

Las personas somos “eso”: pura energía. Cuando nos encontramos, nuestras energías se mezclan, a veces se suman y otras veces se anulan. Pero hay momentos en que se da la magia, y las energías entran en resonancia, se multiplican, se expanden y nos trascienden. Son esos momentos mágicos y vitales los que me nutren y me nutren tanto.

Cuando un cuentero cuenta, su voz, sus gestos, su mirada, su pasión son formas de energía que me atraviesan, me transforman, se apoderan de mí y me llevan a un mundo maravilloso donde todo es posible.

Esa es la fuerza interior que me mueve a contar.

Pero con esto de contar se puede hacer mucho: comunicar, compartir, entretener, construir memoria, y tanto más. Y todo esto requiere siempre la presencia de un otro. Contar es un acto comunitario, esencialmente humano.

Yo cuento para hacer todas esas cosas juntas, pero en especial para compartir y construir memoria con otros. Creo profundamente en ese momento de encuentro y construcción colectiva que se da y se vive cuando las palabras suenan. Cuando nuestras energías entran en resonancia y nos expanden. Un espacio donde ocurre la magia de la palabra compartida, donde la palabra de todos se hace propia y la palabra propia se hace de todos.

Cuento para encontrarme con otros y en ese encuentro encontrarme conmigo. Cuento para aprender a escuchar y ser escuchado. Cuento para recordar y volver a pasar por el corazón. Cuento para resonar y seguir expandiendo la imaginación.

CONTAR...

¿PARA QUÉ?

por Rubén López (*)

Hace tiempo que me rondan por la cabeza algunas preguntas, como: ¿por qué y para qué cuento?, ¿por qué siento esta imperiosa necesidad de contar?, ¿cuál es la fuerza interior que me empuja a seguir buscando historias, ficciones, mentiras para compartir con otros?