Blablerías N°7 - Septiembre 2013 | Page 13

Narración

para leer

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por todos los narradores y no puede constituirse en un tabú el hecho de que alguien lo cuente para que nadie más pueda hacerlo. Esta actitud no solo refleja egoísmo y falta de compañerismo, sino también inseguridad, y por tanto quien no tiene conciencia ética es el que se niega egoístamente a compartir lo que ni siquiera es de su propiedad. Lo que, a mi juicio, debe constituir una norma ética es respetar la versión oral o puesta en escena que el narrador haya hecho del cuento y no repetirla tal cual, sino hacer la propia, porque esto de imitar a otro copiando su forma de decir e interpretar el cuento no solo denota falta de ética, sino poco talento y creatividad por parte del que lo hace, ya que demuestra que es incapaz de hacer un estudio y montaje de un texto por sí mismo.

Si analizamos ahora los restantes aspectos, veremos que ni un narrador, ni dos, ni un colectivo se pueden apropiar de una sala de teatro. Presentarse en el lugar habitualmente no les da la propiedad del mismo por las mismas razones analizadas ya.

El hecho es que en el caso del teatro, hay salas que fueron entregadas a compañías y éstas han hecho suyo el lugar. Sin embargo, hasta en estos casos los actores y directores son solidarios y facilitan “su” espacio para otros eventos y presentaciones. Aquí está el altruismo y la solidaridad del ser humano con principios y normas éticas, y no el egoísmo del que quiero “todo solo para mí” o “ yo solito” y, no conforme con su actitud, todavía reclama ética en los que están haciendo lo correcto.

En lo que se refiere a si un narrador debe tener un solo maestro o varios, quiero recordar que en todas las artes los artistas tienen que transitar por varios educadores o profesores para alcanzar la maestría. El concepto de un maestro único es algo que nos remite a épocas muy lejanas donde, a falta de universidades y colegios, los que deseaban aprender tenían que hacerlo con un maestro a la manera de los grandes maestros del renacimiento, que no solo dominaban su arte sino también las ciencias y muchas otras cosas más para la preparación de sus alumnos; o a las sectas de iniciados como los rosacruces o las enseñanzas esotéricas. Quizás lo que le está faltando a la Narración Oral es justamente insertarse en la enseñanza prevista por las escuelas de arte, donde el futuro artista tiene una formación completa y donde tiene la posibilidad de tener diversos maestros sin que esto constituya un problema de ética. El artista verdadero no pertenece más que a su arte, a su pueblo, a su país y, por supuesto, a la humanidad, pero ni su talento ni su arte deben ni pueden estar restringidos a que deba aprender y conocer solo una manera de hacer o a ser dirigido por una sola persona. Lo que sí debe, para hacer justicia, es dar los créditos a sus maestros y a los directores con que ha trabajado, especialmente cuando se presenta en un evento o recibe un premio.

Es importante que los narradores no hagan una ley del egoísmo ni de la falta de solidaridad y compañerismo. Es necesario que los artistas tengan ética profesional, pero justamente esto es un trato justo y amable, una actitud bondadosa, una conducta respetuosa, rigor y calidad en su trabajo, disciplina y tesón para lograr su objetivo, respeto por el público, el ejercicio de la autocrítica, la abnegación, la insatisfacción siempre ante lo logrado; no el egoísmo, el individualismo, la autosuficiencia, o los celos profesionales. Estas formas de conducta no solo son contrarias a la ética, sino al entorno social en que vivimos y nos desarrollamos y, por consiguiente, debemos erradicarlas para crecer no solo como artistas, sino también como personas.

"Dos gardenias"

Ibrahim Ferrer

Buena Vista Social Club