Blablerías N°5 - Junio 2013 | Page 9

u otro, propone monstruos.

Los monstruos no son otros que aquellos que

ponen en jaque nuestros paradigmas culturales. Monstruos biológicos, monstruos políticos, monstruos culturales; criaturas de corporeidadheterogénea, miméticas y reacias a las clasificaciones genéricas cuya función esencial es poner en jaque los tabúes que sostienen a cualquier cultura.

Llenas de personajes y/o circunstancias monstruosas, la literatura fantástica ejercita la visualización del “otro”, de la diferencia. Y la visualización de que no hay un único modo serio de conocer el mundo, ni un solo recorte aceptable de la realidad.

Hoy, cuando los discursos de registro pretendidamente realista y, mucho más que eso, neutrales y objetivos manejan con descaro y solapadamente la construcción ficcional, la literatura fantástica se me antoja como profundamente leal. Porque acepta la extrema seriedad de la ficción y la asume, porque no se escuda en lo “verdadero”, porque instaura lo extraordinario para recordarnos que, al fin de cuentas, todo es un recorte cultural: la moral, las categorías, y hasta los colores.

Para recordarnos que somos seres altamente transitorios y del todo insignificantes si no fuésemos capaces de aceptar que nosotros y lo que nos rodea es mucho más que la apariencia.

En lo personal, me preocupa que no se deteriore la capacidad de soñar, de creer; me preocupa que no se pierda la posibilidad de ser criaturas mágicas, seres colectivos y hermanados. Somos los adultos quienes debemos y podemos procurarles a los niños y a los jóvenes esos bienes. Pero supongo que solo vamos a hacerlo si nosotros seguimos soñando, y creyendo y viviendo como criaturas mágicas porque es mágica la condición humana.

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Belén López

www.eltallerdelacigarra.com.ar

AMIGOS

por Mónica Debuchy

  

“Lo buscan todas las cámaras de seguridad. Anda por los tejados de las casas bajas. Se camufla hábilmente entre arbustos y árboles y, si bien apenas se deja percibir, dejó rastros de sus fechorías en las paredes y portones. Quien asusta a los vecinos y los obliga a salir cada vez menos de sus hogares no es un ladrón prófugo de la justicia: es un puma.

Algunas personas dicen que haber visto cadáveres de palomas, y acusan la desaparición de algunos gatos domésticos o callejeros. Por ahora, el puma aterroriza al barrio. Pero no quiere aparecer.”

 

Esto lo escuchó por la radio. Jamás tuvo miedo. Nunca cerró puertas ni ventanas.

Ella es modista. Hace mucho tiempo que dejó las telas y los hilos. Ya nadie se hace ropa a medida: todo se compra hecho. Pero no cambió de oficio. Ahora cose ilusiones, zurce sueños rotos, hilvana esperanzas, borda sonrisas. Cuando está aburrida ríe, canta o baila un valsecito con su maniquí.

Hace una semana, el puma entró en su casa. Se dejó acariciar, le lamió las manos en señal de agradecimiento, buscó el lugar más acogedor y se echó a descansar. Se adoptaron mutuamente. Ninguno de los dos volvió a sentirse solo.

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