Blablerías N°3 - Abril 2013 | Page 7

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Cuento

por Irene Scalabrelli

LA CUNA VOLADORA

ace muchos años, durante un bochornoso verano, nació mi madre en un pueblito tranquilo del interior de una provincia mediterránea. Dicen que, mientras duró el calor, ella permaneció largas horas cada día berreando incómoda en la cuna de mimbre colgada en la galería. Dicen también que por entonces mi abuela iba y venía por la casa en un perpetuo trajín, que la mantenía ocupada demasiado tiempo lejos de su pequeña. En cada pasada cerca de la niña, empujaba con suavidad la canasta suspendida a la altura de sus brazos y mi madre cesaba su lloriqueo. Con el vaivén se adormecía algunos minutos en el regazo aéreo, pero no demoraba en estallar en ruidosas rabietas que mi abuela atendía del mismo modo cada vez..

Muchos años después, y también en verano, fui yo quien experimentó el balanceo de la canasta, en la misma galería abierta de la gran casa en la que crecí dorándome al sol durante la infancia.

Mi abuela mecía la cuna aunque ya no trajinaba con el vigor con el que lo había hecho una generación atrás, y esa particularidad contribuyó grandemente a que pudiéramos, ella y yo, pasar más tiempo juntas y conocernos mejor. De esa manera yo no lloraba tanto, y ella tenía más tiempo para auparme según mis reclamos.

Aprendí a dormir en sus brazos, que olvidaban devolverme al dormitorio colgante sobre el piso amarillo del amplio corredor cubierto de macetones opulentos. Dormía segura, rescatada de la borrachera pendular de la cuna.

Después tuve hijos a los que también dormí sobre mi pecho, aunque muy lejos de la vieja casona pueblerina.

Ha pasado el tiempo y ahora, toda vez que puedo, rescato a mis nietos de sus cunas y los duermo entre mis brazos. Entonces, viéndolos dormir seguros y confiados, recuerdo el abrazo de mi abuela, que tornaba invulnerables mis primeros sueños.

Convoco su recuerdo cada vez que me despierta la visión desconsolante de una cuna que vuela con mi madre llorando adentro. Y me esfuerzo, me esfuerzo vanamente para regresar al sueño y recrear el abrazo que me permita rescatarla.

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H

Ilustración de Chiara Rainieri

www.chiararainieri.it