Blablerías N°14 - Abril 2015 | Page 5

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por Inés Grimland

inesgrimlandnotasnoticias.blogspot.com

Las supersticiones pueden tener como origen costumbres normales en ciertas épocas, cuyas actitudes han caído en desuso o se han olvidado y quedan únicamente la rémora de la acción desprovista de significado.

Cruzar los dedos es una costumbre nacida para alejar el mal. La creencia es que cuando dos líneas se cruzan, atan en su centro nuestro deseo para que no se escape sin realizarse.

Los anillos pasaron a ser un adorno después de haber servido para preservar a los hombres de la pérdida de su alma, ya que las creencias primitivas veían en ellos un modo de alejar los espíritus del mal que podían penetrar en el cuerpo de cualquier persona si no estaba defendida por algún objeto de metal.

También los colmillos, que antes eran talismanes para ahuyentar las enfermedades y la mala fortuna, hoy se usan como adornos.

En algunas épocas, se creía que se debía colocar una escoba en las casas en las que se sospechaba que había entrado una bruja, pues esta no resistiría la tentación de tomarla y salir volando. De allí proviene la creencia de que cuando llega a una casa una visita molesta, se debe colocar una escoba invertida detrás de la puerta y la inoportuna persona se retirará.

La costumbre de poner un diente recién caído de un niño bajo la almohada para que “lo lleven los ratones” y dejar dinero en su lugar proviene de antiguas épocas, en las que se creía que dejar dientes de leche en cuevas de ratas hacía que los nuevos crecieran tan fuertes como los de esos roedores.

También los lunares son considerados como portadores de felicidad y ventura, dependiendo del lugar del cuerpo donde se presenten: sobre el ojo derecho, riquezas y matrimonio feliz; sobre el izquierdo, especial atractivo para el sexo opuesto; en la nariz, éxito en los negocios; en las manos, capacidad para valerse por sí mismos.

Las manos, consideradas como una prolongación de las ideas del hombre, al igual que los pies, son objeto de diferentes cultos supersticiosos: para confirmar toda clase de pactos, el hombre ha usado el enlace de manos; para empezar bien el día, se suele decir que hay que levantarse con el pie derecho, o sea, con buen pie. Es que los romanos consideraban malo el lado izquierdo. El ciudadano que entraba en casa de su amigo, lo primero que ponía en ella era el pie derecho. No es casual que la palabra “siniestro” se refiere a algo funesto, aciago, malintencionado, pero también sirve para designar el lado izquierdo.

Los colores también son objeto de superstición: el amarillo aporta equilibrio y alegría y estimula la inteligencia; el azul tranquiliza y sosiega los nervios; el blanco significa pureza y ayuda al desarrollo espiritual; el rojo es caliente y estimulante; el verde predispone al reposo y relaja la mente y el cuerpo; el violeta es sedante para el sistema nervioso.

Para tener buena suerte en una nueva casa, se debe llevar antes de los muebles, una escoba nueva, una hogaza de pan y un paquete de sal. Y si alguien regala un bolso con algún dinero, hará que la

persona obsequiada no vuelva a padecer estrecheces.

Algunas supersticiones referentes a la sal provienen de su utilidad y de su escasez en algunos puntos de la tierra; por ello se dice que derramar sal acarrea desgracias. En “La última cena”, Leonardo Da Vinci nos muestra un salero con su contenido derramado sobre la mesa.

El misterio de la vida es insondable. Cada uno se defiende como puede del temor, la incertidumbre y la fragilidad de la existencia. La religión, la superstición, la adoración de diferentes santos y aún el ateísmo son distintas formas que tiene el ser humano para transitar su camino, tratando de aferrarse a algo que le dé algún sentido a lo que goza, sufre o padece.

La buena y la mala suerte no existen: cada uno es artífice de su propio destino, aunque siempre resulta menos doloroso culpar al destino de los problemas que se nos presentan, que asumir la realidad de nuestra manera de encararlos.

La lucha por reconocer y superar nuestros conflictos es lo que nos mantiene ágiles, tanto mental como físicamente. Mientras tanto, nada nos cuesta mantener los dedos cruzados… mientras tocamos madera.

Supersticiones y

costumbres populares

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