Blablerías N°14 - Abril 2015 | Page 19

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por María Azucena Villoldo

Narración

para leer

4Danzas Cubanas de Ignacio Cervantes por el Dúo Medina

también un órgano del cuerpo de un país, el conjunto social fue perdiendo aquel equilibrio selectivo en cuestiones de valor, incluso filosóficas.

Hoy no es necesario dar ejemplos puntuales del desequilibrio. También el nec-otium y el otium perdieron la complementariedad

romana que los alentara antiguamente. Sin embargo, nuestro cuerpo social, que no envejece sino que por el contrario se renueva, tiene posibilidades de recuperar su equilibrio, aproximando el oído al son de historias bien contadas. Nuestro cuerpo social ya sabe que puede echarse a andar por los atajos del arte, en busca –no sólo a la espera- de las estéticas que merece: aquellas que se practican en consonancia con una honda ética plural, solidaria, colectiva.

Como otras muchas reacciones comunitarias surgidas casi todas a través del arte en los estertores del siglo XX, la narración oral y su variante escénica siguen hoy oxigenando la vida social, a pesar de la asfixia que postulan, valoran y accionan las crónicas veinteañeras de lo vano, de la violencia y de la neurosis, promotoras infalibles de las industrias y oficios que acrecientan.

Por eso quiero, también, celebrar los escenarios de la narración oral. Escenarios asimétricos o apenas delimitados en el piso de un bar o de una casa, todos comparten un nuevo y paradójico sentido urbano de aproximación: sin ellos, la otrora distensión espontánea del espíritu en busca de la escucha serían improbables. Si aun así esos escenarios ostentan su forma y espacio de poder, que esta vez se sientan como el explícito poder de la palabra y la belleza, el podio que bien merece la narración oral tras lograr la emoción colectiva de todos los que quieran oírla, oírse, y experimentar “esa vieja coordinación de alma, ojo y mano que emerge de las palabras”, al decir de Walter Benjamin, quien precisa: “Es la coordinación artesanal con que nos topamos siempre que el arte de narrar está en su elemento. Podemos ir más lejos y preguntamos si la relación del narrador con su material, la vida humana, no es de por sí una relación artesanal. Si su tarea no consiste, precisamente, en elaborar las materias primas de la experiencia, la propia y la ajena, de forma sólida, útil y única”.

¡Bienvenido sea el convivio de la audiencia con la memorable narración oral! Desnuda o nutrida de efectos escénicos; en los livings, terrazas, veredas, y en Festivales donde se aprontan o consolidan nuevos narradores, la narración oral embellece, apacigua y resignifica la experiencia humana, a pesar de los pesares.

Bienvenidos los talleres donde desaprender, colectivamente, las ataduras de la voz y de los cuerpos: talleres donde se animan y multiplican las emociones comunitarias, sin urgencia, pero también sin límite. Bienvenida la autogestión que no espera iniciativas ajenas para trabajar gozosamente por un reservorio de fuerzas y felicidad contra lo vano. El don de narrar sigue contagiándose en el hogar y en las escasísimas aulas donde la sensibilidad prioriza la interlocución estética. Narrar para la comunidad, en estos agitados tiempos, requiere especiales e invalorables aprendizajes.