Blablerías N°13 - Enero 2015 | Page 7

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Entrevista

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LA SALITA

Una historia de amor

Entrevista a Miriam Palacio

Hemos presentado el inicio, la descripción de personajes, el conflicto, pero no podemos saber el final de esta muy real y emocionada historia de amor. Damos fe de que Mily va a batallar hasta el último día de su gestión para que la salita siga abierta y viva. Ojalá que así sea, por los chicos, por los grandes, por los libros y por los cuentos.

Abierta a la comunidad, gratuita, con 1500 libros seleccionados, proyectada y concretada por la escritora Lilia Lardone y la Lic. Adriana Sappia de la Editorial Municipal en 1994, la Sala de Lectura Infantil y Juvenil "Malicha Leguizamón" integra el Centro Bibliotecológico de la ciudad de Córdoba, Argentina.

Recibe lectores espontáneos (niños y padres), escuelas, estudiantes terciarios, docentes (preescolar, primaria, sicología, teatro) y universitarios para asesoramiento sobre LIJ y animación a la lectura.

Hasta aquí, el retrato de cuerpo entero de la Salita de Lectura (así le decimos los cordobeses); y, como si fuera un cuento de amor, presentamos a la otra parte de esta historia: el alma de La Salita, Miriam Palacio (Mily para los amigos).

,A.O.G.: Mily, si bien esta nota pretende contar una historia de amor, no podemos dejar de hablar de la lucha que significa la gestión cultural.

M.P.: Sí, siento que toda gestión nace de una necesidad, que es siempre un derrotero. En 2006, el jefe de la sala se jubiló y la encargada, Licenciada en Letras, harta de que sus gestiones no tuvieran respuesta, también se fue. Fue así que yo, como empleada pública y Profesora de nivel preescolar con conocimientos en Literatura Infantil y Juvenil, entré en un camino impensado, ¡me empoderé! Y el camino se hizo cada vez más ancho y profundo, acompañada por Laura Contigiani. De a poco, de puro querer, sin tener un cargo legitimado por la institución (aunque sí de palabra) pasé a ser la encargada responsable del lugar. Comencé a pedir audiencias a jefe, director, Secretaría de Cultura, y fui consiguiendo, por ej., en 2008 el cambio a un lugar más amplio y dinero para comprar libros. Y para aumentar la población lectora, invité a escuelas, inventé actividades, amplié las relaciones con los narradores y los escritores.

A.O.G.: ¿En qué te cambió la salita?

M.P.: Todo lo contado y tanto no dicho, me hizo exigente dentro de la sala, dentro de mí y para afuera. Me volví puntillosa, convencida de estar haciendo lo correcto: atender y facilitar a los niños el acercamiento al libro, ese objeto hermoso lleno de imágenes, portador de sentidos y significados, con la posibilidad absoluta de entrar en un instante por un camino propio, íntimo. Pronto me di cuenta también de que necesitaba provocar a los adultos para que vivieran la misma experiencia.

A.O.G.: ¿Cómo hacés para que la salita crezca? Contame una anécdota.

M.P.: En 2009, cuando el Intendente estaba en el Cabildo, puse en su mano un papelito que decía: "La sala necesita una P.C.". Ese mismo año, mientras preparábamos un espectáculo para homenajear a los maestros municipales en el Teatro Mayor de Córdoba, le dije a Laura: "Este espectáculo traerá la compu". Y a fin de año entraron a la Sala la Directora de Cultura con el Intendente, como Papá Noel ¡con una gran caja! Para cada compra de libros, otro derrotero.

A.O.G.: ¿Qué te quita el sueño?

M.P.: Me preocupa el destino de la Sala, dada la indiferencia del gobierno actual que no atiende sus necesidades vitales. Pienso todo el tiempo y me resisto a aceptar que hay un grupo de jóvenes venidos de pronto a "políticos", insensibles y con una mirada parcial de la cultura. En pocos meses me voy a jubilar, por lo cual es vital incorporar personal responsable, comprometido, con formación o con nociones sobre Literatura Infantil y Juvenil. No paro de preguntarme: ¿cómo es que en tres años no se ha podido responder a mi pedido?

Como la cigarra

por Mercedes Sosa