Blablerías N°13 - Enero 2015 | Page 10

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Festival

LAS FRONTERAS INVISIBLES

Y LOS CUENTOS

ice un adagio sobre el destino del viajero, del peregrino, que siempre el camino tiene preparada alguna respuesta para su viaje, más allá de la belleza de paisajes y de aconteceres que devienen del propio transitar. Como una búsqueda que supera la curiosidad o el deleite por el episodio afortunado.

Llegué a Medellín, Colombia, sin conocer ese destino. Me encontré con la verde belleza del valle de la burrada -y esas miles de personas que viven en sus laderas- con el centro atravesado por un río marrón, de aguas temibles. Medellín: la había conocido solo a través de las noticias, que no son menos ciertas de lo que se supone en términos de violencia o de dolor. Llegué a Medellín después de una gran Bogotá con similares problemas.

Me recibió Liliana Zapata, más conocida aquí como Lili Cuentera Hortencia (personaje y persona se confunden). Con un perrito diminuto llamado Tony Alexander, me vino a buscar. Me explicó que la actividad de narrar cuentos, que me había llevado hasta ahí, iba a tener que ver con la comunidad, con el barrio, que había mucha expectativa en Castilla, Comunidad 5, por nuestra llegada.

Todos los ciudadanos de Medellín nos dijeron en los taxis y cuando preguntamos cómo llegar, que cuanto más arriba uno sube de Castilla, más peligroso es, y nos recomendaron que nos cuidáramos mucho. Hicimos todo lo contrario.

Lili dirige un grupo maravilloso de jóvenes , que organiza el Festival de Cuentacuentos “Encuentro de voces“. Los jóvenes: Daiana, Camilo, Johny, Hernán, Carla, Sebastian, Eduar. No llegan a los veinte en edad ni en cantidad y quieren cambiar esta realidad del barrio con el Festival, con los cuentos en La Manga -salida de una carretera donde hay un parque en el que cuentan cuentos a los transeúntes cada vez que pueden- , y con otras actividades que realizan en la biblioteca de la comunidad.

Lili, con el transcurrir del tiempo, en la intimidad de la noche, me contó que está atravesada por el dolor.

Perdió por las fronteras invisibles, concepto asociado

a un conflicto violento que la sociedad de esta ciudad sufre desde hace cuarenta años, y que todos quieren superar: está establecido que si un joven cambia de barriada, o sea, atraviesa esa frontera invisible y va hacia otro lugar, comete una afrenta que puede costarle la vida. Por misterios de la mafia que enlutan a las familias, que nadie puede entender y muchos menos explicar, la sobrina de

Liliana, de la misma edad de los muchachos que dirige, fue asesinada en un ajuste de cuentas por estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Y a los pocos días de este tremendo infortunio, Lili se levanta contando. Contando cuentos en busca de la esperanza y quizás de una alegría que nunca volverá. Con su pasión y su garra, forma un grupo de jóvenes que venían contando con ella unidos por la magia de los cuentos, pero que ahora ponen más acciones, más ganas en este noble arte de contar historias.

Este inesperado grupo de gente quiere cambiar el mundo y ha empezado por su barrio. Por encima del dolor que cada uno guarda para ponerse la remera del Festival y salir a contar en cada lugar que pueden, llegan hasta la vereda de la Junta de Acción Comunal, atraviesan con cuentos a los que pasan, y logran que se sienten en la sillas blancas de plástico, para entender que todo debe y puede cambiar.

El viajero comprende entonces el destino de su viaje. Trata de entender, en la historia de este Encuentro de Voces, que lo que se cuenta quiere trocar la violencia de esa sociedad por arte, que los cuentos pueden transformarse en esperanza y en alegría.

Lili y su grupo de cuenteros cuenta aún allá, y lo seguirán haciendo. El viajero se trae de Castilla una tremenda esperanza: que ellos logren derribar las fronteras invisibles con sus cuentos.

por Sergio Martínez

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